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Los cañones sónicos se han utilizado desde hace mucho tiempo para convertir las tormentas de granizo en lluvia. En la actualidad este tipo de dispositivo se encuentra proliferando sin ningún control en algunos campos españoles.
Usar cañones sónicos para convertir las tormentas de granizo en lluvia y salvar los sembradíos
Desde la coalición política valenciana, Compromís, se pretende terminar con esta proliferación descontrolada de cañones sónicos en los campos de ciertas zonas españolas. Para la organización política esta proliferación representa un incumplimiento flagrante de la ley.
Este tema ha sido objeto de polémicas en otros momentos. Los cañones sónicos se han usado desde hace décadas por campesinos para, según lo aseguran los agricultores; convertir el terrible granizo en lluvia útil para salvar sus cultivos.
Por su parte, los expertos en meteorología afirman que no hay ninguna evidencia científica que confirme que este u otros métodos para cambiar los sistemas de la naturaleza sean realmente efectivos. Sin embargo, en ciertas zonas españolas la utilización de este tipo de dispositivo es bastante habitual.
Pero, qué son los polémicos cañones sónicos
En los antecedentes de la creación de los cañones sónico, se conoce que; a finales del siglo XIX, fue cuando aparecieron las primeras hipótesis acerca del cómo deshacer tormentas a punta de cañonazos.
Los primeros intentos se realizaron en Estado Unidos utilizando pólvora y nitroglicerina, así lo señala una publicación de la Universidad Nacional Autónoma de México; luego a principios del siglo XX se comenzó a usar el acetileno, que es un gas más liviano que el aire constituido por hidrógeno y carbono, con ondas expansivas capaces de, según seguidores, alcanzar las nubes y controlarlas.
A pesar de los avances químicos y tecnológicos producidos en los últimos cien años, el acetileno continúa siendo uno de los materiales más utilizados para este propósito, junto con el yoduro de plata.
Aunque hay decenas de modelos de cañones antigranizo o sónico, estos aparatos metálicos con forma cónica tienen pocos metros de alto. Están fijados directamente en el mismo terreno, casi siempre se encuentran equipados con una cámara de combustión o generador.
Durante los días de riesgo de tormenta, los cañones son preparados unas horas antes, para aprovechar una mayor temperatura junto a las corrientes de aire que ascienden; y luego esperar a que las ondas expansivas lleguen hasta las nubes y conviertan el granizo en lluvia para las plantaciones.
Compromís desea saber si la instalación de estos dispositivos está siendo autorizada
La coalición política busca responder a las quejas que se vienen presentando debido a la presencia de cañones sónicos en la zona del norte de Castellón, el sur de Tarragona y en áreas citrícolas de La Ribera en Valencia. Concretamente, Compromís desea conocer si estas prácticas están siendo respaldadas por las administraciones y confederaciones competentes, y si cuentan con algún estudio técnico.
Por su parte, el Gobierno llegó a responder hace algunos días a Compromís que, en los documentos archivados por la Ley de Aguas y la Confederación Hidrográfica del Júcar, no aparece ninguna autorización para la “modificación artificial del espacio atmosférico del ciclo hidrológico, ni está registrada la ejecución de ninguna campaña de este tipo”.
Por su parte, el senador Carles Mulet señaló que estas prácticas parecen ser muy peligrosas y es inconcebible que, ante el alboroto generado, no se haya comenzado a desmantelar estas instalaciones y sancionando a sus dueños.
Y que, como siempre el Gobierno sea tan vago en sus respuestas e ineficiente ante unas acciones que pueden llegar a provocar efectos indeseados en el comportamiento de las tormentas de granizos. Y que, además, nos debemos preguntar si los cañonazos de ondas expansivas son tan inocuos en la estratosfera.
Así mismo, Mulet dijo que consideraba que, a pesar de que estas prácticas se ejecutan para evitar pérdidas económicas; estas acciones también pudieran provocar perjuicios a terceras personas.