Contenidos
Existe más información sobre la leche de vaca que sobre la leche humana. Actualmente se llevan a cabo nuevos estudios sobre la composición de la leche materna y acerca de los factores que influyen en su producción que podrían cambiarles la vida a millones de personas.
Cada vez más mujeres tienen serias dificultades para dar el pecho
Chandra Burnside, una abogada de 29 años acababa de dar a luz por medio de una cesárea a su primer hijo en un hospital del Virginia (EEUU) en mayo de 2010. En aquel momento estaba molesta porque el parto no salió como lo había planeado, pero la joven madre estaba decidida a amamantar a su bebé.
La leche materna confiere a los recién nacidos beneficios nutricionales y de salud vitales. Donde se cuenta la protección contra enfermedades como el síndrome de muerte súbita del lactante.
Sin embargo, Burnside tampoco pudo darle pecho a su pequeño hijo como lo había previsto. Ella amamantó a su bebé y se extrajo la leche materna durante las 24 horas del día para que se mantuviera el flujo de leche. Pero al cabo de unas pocas semanas, su pequeño continuaba sin ganar peso.
El pediatra le sugirió a Burnside que le diera de comer al bebé, le recomendó complementar con leche de fórmula si no podía producir suficiente leche humana; pero la joven madre se negó a renunciar a la lactancia materna exclusiva.
En los Estados Unidos más del 80 % de las nuevas madres intentan amamantar a sus bebés
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos; más del 80 % de las nuevas madres comienzan intentando alimentar a sus bebés con la leche materna. Sin embargo, al término de 3 meses, el tiempo que se acostumbra que las mujeres en ese país se tomen de permiso de maternidad; menos del 50 % continúa dando el pecho de manera exclusiva.
Mientras que, en España los datos sugieren que un 28 % de las madres amamanta de forma exclusiva en los 6 primeros meses.
Los problemas de las madres a la hora de intentar alimentar a sus bebés con la leche materna exclusivamente
Son muchas las madres que comienzan a complementar la leche de sus pechos con leche artificial o la cambian totalmente. Aunque la escasez de preparados para fórmulas lactantes provocada por la contaminación bacteriana que causó una amplia retirada de latas de leche artificial del mercado en EEUU, ha expuesto la cantidad de problemas que enfrentan las mujeres que dan el pecho.
Aunque se estima que solo entre el 5 y el 10 % de las mujeres son incapaces de dar el pecho a causa de condiciones fisiológicas; muchas madres más aseguran que no producen la suficiente cantidad o existe alguna carencia nutricional en la leche materna que producen que les impide que sus pequeños prosperen.
Sorprendentemente se ha estudiado poco acerca de la manera en que la lactancia se estropea. De acuerdo con la mayoría de los expertos, el apoyo de las instituciones a las mujeres que intentar amamantar es muy poco. A diferencia del sector lácteo, que ha financiado grandes investigaciones acerca de la lactancia en el ganado; los científicos apenas han tocado la superficie de la leche materna humana.
Sin embargo, en los últimos años este tipo de estudios está cobrando mayor impulso a medida que los investigadores estudian factores como la exposición ambiental, la genética y la dieta; con el objetivo de hallar respuestas para las generaciones de madres que vendrán.
¿Cómo es la biología de la leche materna?
La lactancia materna puede verse muy sencilla para cualquier observador: una mujer levanta al bebé contra su pecho y el pequeño se adhiere y se pone a comer. Pero, y lo saben las mamás, el proceso de la lactancia es tan complejo que puede llegar a fallar de muchas formas.
Shannon Kelleher, investigadora de ciencias biomédicas y nutricionales de la Universidad de Massachusetts Lowel; afirmó que realmente, se trata de una orquestación estrechamente ajustada de distintas hormonas que se unen a sus receptores específicos y generan reacciones concretas. Y cualquier cosa que llegue a interferir en estas reacciones interrumpirá la lactancia, y algunas veces en cuestión de horas solamente.
Los pechos de una mujer solo alcanzan su madurez plena durante el embarazo; proceso en el que se inunda todo el cuerpo con un coctel de hormonas capaz de impulsar el desarrollo de la maquinaria de producción de la leche materna.
Como un racimo de uvas
La especialista comparó las glándulas mamarias con un racimo de uvas, en el que los conductos lácteos representan los tallos y los espacios huecos donde se acumula la leche, que son las uvas, se denominan alvéolos.
Existe una docena de estos racimos en cada pecho, y cada uno contiene dos clases de células. Las células del interior de los alvéolos se encargan de producir leche; mientras que las células musculares que bordean estas estructuras se contraen, haciendo que la leche se dirija hacia los conductos.
En el momento en que nace la criatura, la retirada de la placenta hace que se genere un descenso repentino de la hormona progesterona; que es la responsable de activar la producción de la leche materna humana.
Cuando el recién nacido succiona el pezón, se activan impulsos nerviosos sensoriales en el organismo de la mujer que liberan oxitocina y prolactina. Este par de hormonas animan a las células de la glándula mamaria a soltar leche. El bebé debe seguir estimulando constantemente el proceso cuando mama, de no hacerlo, la glándula mamaria regresará a su estado anterior al embarazo.
La culpa es de la biología
Kelleher aseguró que la biología es capaz de desencadenar problemas con la lactancia en formas que la ciencia está comenzando a estudiar apenas.
Se conoce que existen varias condiciones médicas que pueden interferir en la lactancia; como lo son la cirugía de mamas, que puede llegar a destruir la arquitectura de la glándula mamaria. También existe una condición muy rara en la que la mujer no desarrolla suficiente tejido mamario durante la etapa de la pubertad.
Por otro lado, están los problemas de tiroides, el síndrome del ovario poliquístico y la diabetes que pueden afectar a los niveles hormonales y alterar la interacción muy delicada que se requiere para que la leche continúe fluyendo. Además, se descubrió que el estrés crónico agota la energía que el organismo necesita para la producción de la leche materna.
Sin embargo, Kelleher explicó que existen otros factores biológicos capaces de afectar a la producción de leche de una mujer. De los cuales, la dieta es del que se tiene mayor información. Tanto la desnutrición como la obesidad afectan a los niveles hormonales del cuerpo.