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Según investigación, la calima o polvo en suspensión del desierto del Sahara transporta a las Islas Canarias isótopos en bajas concentración vinculados a Chernóbil. Un par de universidades en España han asociado la presencia en Tenerife de radiación de Cesio, con el accidente nuclear que ocurrió en 1986.
Hallan isótopos de Cesio vinculado al accidente nuclear de Chernóbil
Una investigación desarrollada por científicos de la Universidad de La Laguna (ULL) y la Universidad de Málaga; develan que la calima o polvo del Sahara transporta isótopos de Cesio asociado al accidente nuclear de Chernóbil, el cual sucedió hace alrededor de 40 años (1986).
El estudio, que ha sido publicado en la revista científica “Journal of Geochemical Exploration”. Trata sobre la presencia de radiación de Cesio 134 y 137 en terrenos de la isla de Tenerife, que podría estar vinculada con el accidente nuclear de 1986. Y que en la actualidad habría llegado a las islas españolas por medio del polvo en suspensión procedente del desierto del Sahara.
Este trabajo de investigación se ha fundamentado en un análisis retrospectivo de los datos recogidos a comienzos de la década de los años noventa por el Laboratorio de Física Médica y Radiactividad (FIMERALL). El cual se encuentra adscrito al Servicio General de Apoyo a la Investigación de la ULL, que enseñaba el contenido de radionúclidos en aerosoles en los terrenos de la isla española.
Los isótopos liberados en Chernóbil se dispersaron por toda Europa
En aquel entonces no se contaba con una visión tan completa de las contribuciones de los episodios de polvo del desierto del Sahara en suspensión. Y, sobre todo, no se contaba con una serie temporal larga para poder analizar mejor la aparición de estos radionúclidos de origen antropogénico en las muestras de tierra.
Partiendo de estudios anteriores desarrollados por la científica María López Pérez, de la Universidad de La Laguna. Se ha podido encontrar una explicación plausible a la aparición de estos radionúclidos en aquellos años. Lo que ha originado este nuevo trabajo científico, del que es además autora principal la investigadora López Pérez.
Según la experta, a pesar de la gran distancia que existe entre las Islas Canarias y la Central nuclear de Chernóbil; la fuente más probable de las concentraciones de los isótopos de Cesio 134 y 137 que han sido registrada en los terrenos de estas islas españolas ubicadas en la parte occidental, durante la década de los 90, fue la resuspensión de arenas y terrenos previamente contaminados por dichos isótopos de origen artificial.
Los isótopos que fueron liberados en el accidente de Chernóbil, de acuerdo con López Pérez, fueron dispersados principalmente por el continente europeo. Sin embargo, también fueron dispersados por todo el hemisferio norte en pequeñas concentraciones.
Primero en las tierras del norte de África y de allí a la atmósfera
Las simulaciones de las columnas radiactivas liberadas durante el accidente nuclear, no mostraron una ruta de deposición directa en sentido a las Islas Canarias occidentales en los días posteriores al desastre de Chernóbil.
Los investigadores consideran que el escenario más plausible fue que, luego del accidente nuclear, los isótopos se depositaron en primer lugar en la superficie del terreno del norte de África y, después se suspendieron en la atmósfera. Con lo que permitieron que fueran transportadas y se depositaran, lo que se conoce como deposición secundaria, sobre el suelo de las Canarias por medio de tormentas de polvo, muy frecuentes en la parte norte de dicho continente.
No hay un aumento significativo en las dosis recibidas por la población de Canarias
De igual forma, el análisis de los datos de aerosoles recogidos en las Islas Canarias en los últimos 20 años, más los datos de densidad de la columna de polvo sahariano para el lapso comprendido entre 1986 y 1991, muestran que existe una entrada sostenida y continua de polvo mineral y Cesio 137 proveniente del norte de África vinculado con las calimas que llegan a Tenerife.
Este trabajo científico concluye, sin embargo, que las bajas concentraciones de esta clase de isótopos, medidas tanto en los terrenos como en la atmósfera de la isla española. No ofrecen, en ningún caso, un aumento significativo en las dosis recibidas por la población de Tenerife y, por extensión, de la población que habita en Canarias.