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El agujero de ozono que se produce todos los años en la Antártida alcanzó un área promedio de 23.2 millones de kilómetros cuadrados registrada entre el 7 de septiembre y el 13 de octubre de este año.
Continúa disminuyendo el agujero de ozono sobre la Antártida
Este año el agujero de la capa de ozono que se produjo en la Antártida cubrió un área promedio de 23.2 millones de kilómetros cuadrados, durante el lapso de tiempo transcurrido desde el 7 de septiembre de 2022 y el 13 de octubre de este mismo año.
Esta área agotada de la capa de ozono encima del Polo Sur, resultó ser un poco más pequeña que el promedio del año 2021 para el mismo período. Y siguió la tendencia general a disminuir de tamaño observada por los científicos en los últimos años.
Paúl Newman, quien es jefe científico de Ciencias de la Tierra en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA; señaló que, con el paso del tiempo, se vienen haciendo progresos constantes y el agujero de ozono es cada vez más pequeño.
Newman agregó que, han venido observando algunas fluctuaciones, debido a que los cambios meteorológicos y otros elementos hacen que los números varíen un poco de un día para otro y de una semana a la otra. Sin embargo, en general, ven que ha ido disminuyendo en el último par de décadas. Gracias a la aplicación del Protocolo de Montreal, con la eliminación de las sustancias que agotan el ozono, se ha podido lograr esta reducción del agujero.
¿Qué es la capa de ozono y cuál es su importancia para nuestro planeta?
La capa de ozono es la sección de la estratosfera de la Tierra que nos protege de los rayos ultravioleta provenientes del Sol. A partir del mes de septiembre, esta capa se adelgaza hasta formar un “agujero de ozono” sobre la Antártida (Polo Sur).
Las formas químicamente activas de bromo y cloro, que son liberadas en la atmósfera del planeta a partir de compuestos generados por la actividad humana, son fijadas en las nubes polares ubicadas a gran altitud cada invierno austral o invierno del hemisferio sur. En el momento en que sale de nuevo el Sol, lo que ocurre al final del invierno en la Antártida, el bromo y el cloro desencadenan reacciones químicas que destruyen el ozono.
Los científicos de la agencia y la de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, la NOAA; se encargan de detectar y medir el crecimiento y la descomposición del agujero de ozono de la Tierra con instrumentos a bordo de los satélites NOAA 20, Suomi y Aura.
El 5 de octubre se produjo el mayor crecimiento del agujero de ozono de este año
Dichos satélites observaron que el agujero de ozono tuvo su máxima expansión en un día el 5 de octubre de este año. Aumentando así hasta 26,4 millones de kilómetros cuadrados; es decir, 10,2 millones de millas cuadradas. Lo que representa un área un poco más grande que la vista el año 2021. El mapa de arriba de esta página muestra la forma y el tamaño del agujero de ozono sobre la Antártida durante ese día.
Cuando sale el Sol polar, los expertos de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica además realizan mediciones con un espectrofotómetro Dobson (un instrumento óptico encargado de registrar la cantidad total de ozono entre la superficie y el borde del espacio. Este número representa el valor total de la columna de ozono.
En todo el mundo, el promedio total de las columnas de ozono es equivalente a unas trescientas unidades Dobson. El día 3 de octubre de este año, los científicos registraron el valor total más bajo de la columna de ozono sobre la Antártida, de unas 101 unidades Dobson. En ese entonces, ya casi no había ozono en las altitudes entre 14 y 21 kilómetros, es decir, entre 8 y 13 millas. Dentro de un patrón muy parecido al del 2021.
Varios científicos se encontraban preocupados por los posibles impactos en la estratósfera producidos por la erupción del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha´apai, ocurrida en enero de este año.
Mientras que la erupción del monte Pinatubo ocurrida en 1991, liberó cantidades importantes de dióxido de azufre que expandieron el agotamiento de la capa de ozono del planeta. Sin embargo, no se han detectado efectos directos del Hunga Tonga en los datos estratosféricos del Polo Sur.