¿Es cierto que comer justo antes de acostarnos nos hace engordar?

De acuerdo con un reciente estudio, la respuesta de nuestro cuerpo a una caloría es diferente por la mañana que por la noche (antes de acostarnos). Pero, ¿esto puede afectar nuestro peso?

Comer antes de acostarnos contribuye con ciertos cambios metabólicos que aumentan el hambre

Comer más tarde por la noche, o unas pocas horas antes de acostarnos contribuye a ciertos cambios metabólicos que aumentan el hambre y pueden aumentar el riesgo de que subamos de peso a largo plazo.

Una gran cantidad de estudios anteriores han demostrado que comer tarde por la noche antes de acostarnos, se encuentra relacionado con el aumento de peso o la obesidad. Sin embargo, la mayoría de las investigaciones son observacionales y pocas logran explicar el por qué comer más tarde puede estar vinculado con el aumento de peso.

Un reciente trabajo, que fue publicado en “Cell Metabolism”, intenta abordar este tema controlando las calorías que ingirieron los participantes del estudio, cuánto dormían y cuánta actividad física realizaron, para que los científicos pudieran conocer como y por qué comer más tarde podría afectar al peso.

Una de las conclusiones más relevantes de esta investigación es que, una caloría es una caloría, pero la respuesta del organismo a dicha caloría es distinta por la mañana que por la noche. Así lo afirmó el autor principal del trabajo y neurocientífico de la Facultad de Medicina de Harvard (EEUU), Frank A.J.L. Scheer.

Por su parte, la neurocientífica encargada de dirigir la investigación como becaria posdoctoral en la Facultad de Medicina de Harvard, Nina Vujovic; señaló que este descubrimiento coincide con estudios anteriores que demuestran que el índice glucémico de un alimento, es decir, la manera en que afecta al nivel de azúcar en sangre luego de una comida, varía en función de la hora del día en que se consume.

Vujovic agregó que, el problema de las personas para comer a las horas más saludables, es que mucha gente no tiene horarios regulares, o estos escapan a su control.

¿Qué ocurre si comemos menos de 4 horas antes de acostarnos?

En la investigación, Vujovic halló que comer a menos de 4 horas antes de acostarnos afecta a 2 hormonas relacionadas con el hambre. Los días en que los participantes del estudio comían más próximo a la hora de dormir, también quemaban menos calorías y mostraban cambios a nivel molecular en el tejido adiposo, dichos cambios sugerían que su organismo convertía las calorías en grasa almacenada con mayor facilidad.

Aunque lo que más llamó la atención de Scheer fue que comer más cerca de la hora de acostarse afectaba a todos los factores que midieron en la investigación y no únicamente a uno o dos de ellos.

Al respecto Scheer dijo que, en el campo de la nutrición, él piensa que la mayor resistencia contra la idea de que el momento de la comida importa se fundamenta en esta idea simplista de “una caloría es una caloría”, lo que quiere decir que no debería importar cuando se come, “y sin embargo sí importa”.

Aunque los investigadores también reconocieron que su trabajo no estaba diseñado para poder determinar si comer más cerca de la hora de acostarnos a largo plazo provocaría un incremento de peso con el tiempo o si, por el contrario, el organismo sería capaz de adaptarse a ese horario.

El peso es el resultado de un comportamiento

Y precisamente esa fue la crítica más grande que hizo a la investigación Ali Zentner, médico especialista en control de peso y director médico de la Clínica Médica Revolution de Vancouver en Canadá.

Zentner dijo que, esta investigación revela un poco la respuesta fisiológica al horario de comer, que ya se conocía por modelos animales. La pregunta es si eso afecta al peso y, de hacerlo, de qué forma lo hace. Eso nunca se respondió, señaló Zentner.

Lo que mayor preocupación le causó este estudio a Zentner, es el hecho de que cree que nos estamos tratando de alejar de la idea de que el peso es un comportamiento, y todo lo que hace esta investigación es alentar esa conclusión inapropiada de que, si solo comemos a una hora distinta, perderemos peso.

Por el contrario, la creciente evidencia acerca del ayuno intermitente y la alimentación restringida en el tiempo demuestra que no son muy eficaces como para usarlas como estrategias de perdida de peso, aseguró Zentner.

Además, el experto dijo que este trabajo solo incluyó a 5 mujeres y que, salvo 4 participantes con obesidad, el resto de los participantes solo tenían un sobrepeso moderado, por lo que es bastante difícil decir si las conclusiones de la investigación se aplicarían a un grupo más diverso.

Los efectos más fisiológicos de comer pocas horas antes de acostarnos

Los dieciséis participantes recorrieron dos escenarios experimentales distintos durante 6 días continuos, separados por un descanso de varias semanas. Gracias a este diseño cruzado se pudo observar los efectos de los dos horarios de comida en la misma persona.

En los dos escenarios, los participantes dormían desde las 12 de la noche hasta las 8 de la mañana, comían el almuerzo a la 1 de la tarde e ingerían la misma cantidad y tipo de calorías totales. No obstante, durante la semana de comidas tempranas, desayunaban a las 9 de la mañana y cenaban a las 5 y media de la tarde.

Durante la semana de comidas tardías, la primera comida era el almuerzo, le seguía la merienda a las 5 y media de la tarde y la cena era a las 9 y media de la noche. A lo largo de las dos semanas, los científicos evaluaron el hambre y el gasto energético de estas personas, así como sus niveles hormonales a través de análisis de sangre.

Se quema más grasa cuando se toma tentempiés durante la noche

Kelly C. Allinson, directora del Centro de Peso y Trastornos Alimentarios de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos; dijo que, esta investigación es muy interesante porque está muy controlada y permite determinar varios de los efectos más fisiológicos de las comidas de las noches que varios estudios observacionales ambulatorios no pueden.

Algunos descubrimientos coincidieron con los de algunos trabajos que Allinson ha llevado a cabo, entre los que se cuenta su hallazgo de que las personas quemaban menos grasa cuando tomaban tentempiés durante la noche.

Los resultados de la investigación mostraron que los individuos que comían tarde tendían a tener entre un 10 % y un 20 % más de probabilidades de sentir hambre durante las horas de vigilia, aun más por la mañana, en comparación con las que comían temprano, en especial con antojos de alimentos ricos en carne o en almidón.

Las hormonas del hambre

En sintonía con este descubrimiento, las personas que comían tarde tenían niveles de leptina un 16 por ciento más bajos y experimentaban cambios cuando sus niveles de grelina llegaban a su punto máximo o bajaban durante las horas de vigilia, en comparación con los participantes que comían temprano.

Zentner explicó que, a pesar de que con frecuencia se le considera como la hormona de la saciedad, la leptina es una hormona producida por las células grasas que le señala al cerebro «cuánta gasolina queda en el depósito». Mientras que la grelina es una hormona intestinal responsable de provocar el hambre.

Las diferencias en cuanto a los niveles de hambre, grelina y leptina se produjeron, aunque los participantes comieron la misma cantidad y tipo de calorías en los dos casos.

Por otro lado, el tiempo y la calidad del sueño de los participantes no variaron si se alimentaban antes o después. No obstante, los participantes que comieron más tarde quemaron una media de 59 calorías menos en el día que los participantes que se alimentaron más temprano.

También, 7 participantes (entre ellos 2 mujeres) accedieron a someterse a una biopsia de tejido adiposo localizado debajo de la piel. Cuando los científicos analizaron la actividad genética de estas muestras, hallaron que el comer pocas horas antes de acostarnos desactiva el interruptor de varios genes que se encargan de descomponer las grasas y de la activación de otros genes que las almacenan.

Pero con tan pocos participantes en una investigación tan corta, estos científicos no pudieron asegurar con firmeza que comer pocas horas antes de ir a dormir disminuyera la degradación de grasas y elevara su almacenamiento.

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