Mundialmente, el diamante es considerado uno de los minerales con más valor. Esto se debe a las características físicas que se pueden encontrar en él. Además, posee un atractivo visual realmente fuerte, su estructura cristalina le brinda una apariencia clara y su gran rigidez le concede una gran popularidad en el mercado.
Aunque los diamantes naturales resultan tener una transparencia incolora, las impurezas contenidas en algunos le inducen alguna coloración. La estructura del diamante pude verse contaminada por pocas impurezas; algunas de ellas como el boro y el nitrógeno.
Las cantidades pequeñas de estos defectos en el diamante se encuentran alrededor de una parte por millón; y según la impureza el diamante adopta una tonalidad diferente. Entre los colores que se pueden mencionar están el azul en referencia al boro, amarillo si es nitrógeno, marrón cuando se trata de defectos cristalinos; así como también el verde, violeta, rosado, negro, naranja y rojo.
¿Cómo se logra la formación de un diamante?
En el campo de la ciencia el diamante es un alótropo del carbono; esto quiere decir que, los átomos de carbono se encuentran enlazados en una variación del sistema cristalino cúbico.
Los diamantes naturales en su mayoría necesitan extremas condiciones de presión y temperatura para que logren formarse; estas pueden ser encontradas a profundidades comprendidas entre 140 kilómetros y 190 kilómetros en el manto terrestre.
También, estos diamantes pueden ser hallados en la superficie terrestre cuando ocurren erupciones volcánicas de gran profundidad a través del magma; que al solidificarse se pueden encontrar en rocas ígneas como la kimberlita. No obstante, estas no son las únicas formas, los diamantes se pueden producir de forma sintética.
El proceso que se lleva a cabo reproduce un aproximado de las condiciones de presión y temperatura del manto terrestre necesarias para la formación del diamante. De manera general, los diamantes son creados cuando el carbón se encuentra sometido a mucha presión a lo largo de muchos años.
Según indica el Gemological Institute of America (GIA), la baja saturación de los colores amarillo y marrón entran en el rango normal de color de los diamantes; asimismo expone la aplicación de una escala de graduación desde D; haciendo referencia al aspecto incoloro, hasta Z que indica una tonalidad ligeramente amarilla.
La dureza de esta joya le brinda una mayor popularidad
Desde la antigüedad, los diamantes han sido reconocidos por su resistencia al rayado; esta característica se conoce como dureza. En la escala de Mohs, la que está dirigida a la dureza de los minerales, el diamante posee la máxima expresión con una dureza de 10; la gema solo puede rayarse con el uso de otros diamantes.
A causa de este motivo, estos minerales logran mantener su pulido en un buen estado en comparación de otras gemas preciosas. Las personas coinciden en que debido a las cualidades que tiene el diamante; resulta una mejor opción como material a la hora de elaborar anillos de compromiso y de matrimonio deseados.
En el ámbito industrial, la dureza del diamante es sumamente provechosa e ideal para utilizarla como herramienta de corte, pulido y erosión de cualquier material; incluidos otros diamantes. Sin embargo, no está calificado para maquinarias de aleaciones ferrosas a una alta velocidad.