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Conocer la forma en que trabaja el cerebro para dirigir nuestros movimientos, con frecuencia ha sido tema de estudio. Ahora, un reciente trabajo reveló que el control cerebral de los movimientos voluntarios de una persona es mucho más complejo de lo que se había imaginado.
Nuestro movimientos voluntarios y las manos
Si hacemos un pequeño ejercicio para notar la importancia de nuestros movimientos voluntarios con las manos nos daremos cuenta de que forman parte de los grandes logros de la evolución biológica de nuestra especie. Ponga sus manos ante sus ojos y deténgase un momento para observarlas detalladamente por ambos lados. En un instante notará que sus manos muestran un diseño genuino, especial y hasta se podría decir que bello.
Sí, las manos forman parte de uno de los grandes logros de la evolución biológica. Sus dedos, con un ajuste tanto en número como en tamaño, les confieren a las manos una gran capacidad de ejecución y penetración en sitios de difícil acceso o remotos.
Tenemos al pulgar, que al estar localizado en oposición al resto de los dedos, convierte a lo que sin su existencia sería una simple pala en un poderoso agarradero. La larga lista de todo lo que podemos hacer con las manos sería interminable. Como, por ejemplo, mover objetos que necesitamos o que nos estorban; ponernos la ropa, llevar la comida a nuestra boca, usar herramientas, conducir un automóvil, escribir, comunicarnos, en fin, son muchísimas cosas.
Sin incluir que nuestras manos son también un poderoso instrumentos capaz de generar placer, a través de masajes, caricias, la estimulación sexual que ellas nos proporcionan. Además tienen una especial capacidad para ayudarnos a comunicarnos con el mundo que nos rodea. Con ellas podemos saludar, expresar acuerdos y desacuerdos, sentimientos y deseos; por lo que la gente suele decir que ellas hablan, que nos ayudan a comunicarnos.
Los bebés, que representan nuestros antepasados prelingüisticos, logran comunicarse con sus manos y bracitos mucho antes que con sus laringes.
Nuestro movimiento llegaron para hacer una revolución
Parece que las manos vinieron para revolucionar el mundo. Si somos capaces de acercarnos al mundo con nuestras piernas y pies, con los brazos y con nuestras manos somos capaces de acercar el mundo a nosotros, para ajustarlo y adaptarlo a nuestras necesidades y objetivos.
Sin nuestras manos, no se concebiría el enorme desarrollo científico y tecnológico de las sociedades modernas. El gran desarrollo que, al mismo tiempo, controla hoy en día más que nunca la evolución biológica del cerebro humano y el futuro de nuestra especie.
La manera en que el cerebro controla nuestros movimientos voluntarios de las manos y de los otros miembros del cuerpo comenzó a ser investigada desde el año 1928, en el momento en que el neurocirujano Wilder Penfield, quien fundó y fue el primer director del reconocido Instituto Neurológico de Montreal (Canadá), intentaba extirpar zonas anormales del cerebro como cura para la epilepsia de sus enfermos.
Para lo cual Penfield logró desarrollar una metodología fundamentada en la estimulación eléctrica, que hacía posible identificar anatómicamente a aquellas áreas importantes de la corteza del cerebro, como las zonas relacionadas con el movimiento o el lenguaje, cuya lesión era capaz de provocar en sus pacientes trastornos hasta mayores que los que se deseaban eliminar.
El mapa cortical continuo de Penfield
En una cirugía cerebral cotidiana, el neurocirujano exponía el cerebro de sus enfermos luego de una trepanación craneal llevada a cabo con anestesia local, de tal manera que el paciente permaneciera consciente durante toda la operación.
De esta forma, Penfield podía mover sus electrodos de un lugar a otro de la corteza cerebral, con lo que podía observar la influencia de la estimulación eléctrica sobre los movimientos y la conducta de sus pacientes.
Con esta práctica el científico y su equipo lograron recopilar una serie de datos que permitieron la ubicación de diversas funciones sensoriales y motoras en las cirvunvoluciones pre y postcentrales de la corteza del cerebro humano.
De esta manera, lograron establecer un mapa cortical continuo, lo que quiere decir, una franja de tejido nervioso donde las neuronas allí localizadas y organizadas en el mismo orden espacial de las distintas partes del cuerpo, se encargan de controlar los movimientos voluntarios de cada sección.
Dicho mapa también puede ser representado a través de un dibujo de un pequeño hombre deformado (el homúnculo motor), que muestra sus miembros y partes del cuerpo con un tamaño y proporciones que, en vez de corresponderse con los reales, más bien lo hacen con la proporción de la corteza del cerebro que está dedicada al movimiento de cada uno de ellos.
Para las manos está destinada una mayor proporción en el homénculo motor
De tal modo que, en el homúnculo motor las partes del cuerpo con mayor movilidad, como es el caso de las manos y sus dedos, en particular los pulgares, presentan un gran tamaño. Y para otras sección que tienen menor movilidad, como los pies y las piernas, son más pequeñas.
Al final, se trata de una imagen que muestra las partes del cuerpo humano con mayor capacidad de movimiento al relacionarse con un mayor control de la corteza cerebral. Más allá de ese mapa, se han encontrado otras secciones próximas de la corteza frontal que intervienen en la creación de las secuencias espacio-tiempo de la actividad de las neuronas, que permiten la ejecución de nuestros movimientos voluntarios complejos.
Sin embargo, ese modelo de simplicidad cortical (que consiste en neuronas particulares controlando los movimientos de miembros particulares de nuestro cuerpo), que ha sido utilizado por los académicos y científicos para enseñar en todas las universidades e institutos de investigación durante años, también en los últimos años viene siendo cuestionado debido a los resultados de nuevos estudios fundamentados en las modernas tecnologías.
Nuevos hallazgos sobre nuestros movimientos voluntarios
En la excelente y detallada investigación, publicada recientemente en la revista científica “Nature”, una buena cantidad de científicos de varios centros de los Estados Unidos, utilizan técnicas de resonancia magnética funcional de alta precisión para demostrar que, en vez de ser continuo, el viejo homúnculo motor se interrumpe con regiones que poseen diferente conectividad, funciones y estructura.
Lo que quiere decir que, la corteza cerebral motora está dividida en zonas alternadas para diferentes funciones. Hasta hoy, son bien reconocidas 3 regiones motoras que representan la boca, el pie y la mano. Sin embargo, entre ellas existen otras 3 regiones muy distintas, denominadas interefectoras. Que se encuentran funcionalmente interconectadas y acopladas a otra agrupación anexa de regiones corticales, llamada red cíngulo-opercular. Las cuales están implicadas en el control de la mente (preparación e implementación) de las acciones motoras.
En pequeños monos y en niños jóvenes también se observan estas nuevas regiones halladas, lo que quiere decir que se trata de una organización primitiva del cerebro conservada en la evolución. Además se deduce que se originan tempranamente durante el desarrollo del cerebro infantil.
De tal manera, y como se podría suponer, el control cerebral de nuestros movimientos voluntarios es anatómica y funcionalmente bastante más complejo de lo que hasta hace poco tiempo se había imaginado. Está claro que no es tan preciso ni tan continuo y lineal como se pensaba. Y seguro falta mucho por aprender hasta que podamos tener una idea muy detallada de cómo funciona nuestro cerebro, para que podamos llevar a cabo acciones voluntarias que nuestros propósitos ameritan.