En una reciente investigación los participantes que acostumbraban caminar frecuentemente tenían un 28% menos posibilidades de sufrir dolor lumbar. La lumbalgia a menudo es cíclica, pero con caminatas periódicas este padecimiento puede desaparecer para siempre.
El dolor lumbar es una de las principales causas de discapacidad en el mundo
Este padecimiento es una de las principales causas de discapacidad en todo el mundo y los expertos estimas que 619 millones de personas lo sufren a lo largo de sus vidas. Para mucha gente que sufre dolor lumbar, su dolencia es cíclica y el dolor regresa incluso luego de la recuperación. Cerca del 70 por ciento de las personas que se recuperan de una lumbalgia puede padecer otro episodio en el transcurso de un año.
Según informaron recientemente un grupo de investigadores en la revista “The Lancet”, caminar podría brindar a los pacientes de dolor lumbar cíclico un método de alivio asequible y fácil. En la revista se difundió un nuevo trabajo que analizó si un programa individualizado de caminatas podría servir para prevenir la recurrencia de la lumbalgia en pacientes que se habían recuperado recientemente de un episodio.
Los participantes que iniciaron un programa regular de caminatas tenían menos probabilidades de sufrir una recurrencia de su dolor de espalda en el plazo de un año o más tiempo. En el caso de las personas cuyo dolor lumbar regresaba, caminar con periódicamente parecía prolongar el número medio de días entre episodios.
¿Cómo prevenir el dolor lumbar?
Mark Hancock, investigador de la Universidad Macquarie de Sídney en Australia, y uno de los autores de la investigación, aseguró que la inmensa mayoría de los estudios que se han hecho acerca del dolor lumbar se centran en el tratamiento de esos episodios, pero no en la prevención. Y que él y su equipo piensan que era realmente importante comenzar a enfocarse en la prevención de futuros episodios, y proporcionar a los pacientes habilidades para mejorar su propio dolor lumbar, sabiendo que para la mayoría de las personas se trata de una condición fluctuante, a largo plazo, agregó Hancock.
El ejercicio aeróbico es de gran utilidad en la prevención del dolor lumbar. Comron Saifi, cirujano ortopédico del Hospital Metodista de Houston (EUU), que no participó en el estudio; dijo que ya desde hace tiempo se sabe que el movimiento sirve para aliviar el dolor de espalda y las pruebas de que el ejercicio aeróbico es útil en su tratamiento son muy sólidas. Como resultado, existe una serio de directrices clínicas que recomiendan el ejercicio aeróbico ligero, como caminar, por ejemplo, como una estrategia para la gestión de los episodios de dolor lumbar.
Aunque se trata de un tratamiento habitual, la eficacia de la caminata en la prevención del dolor de la espalda baja no está tan estudiada. Sin embargo, todos sabemos que caminar proporciona ventajas que, por sí solas, convierten esta actividad en un buen candidato para la prevención de la lumbalgia. El movimiento estimula el flujo sanguíneo a la columna vertebral, esto ayuda a la curación debido a que aumenta la cantidad de oxígeno y nutrientes que llegan hasta esa parte del cuerpo.
Caminar proporciona la cantidad justa de fuerza y carga a la columna vertebral
Femi Betiku, fisioterapeuta e instructor de pilates en Westchester (Estados Unidos), que no participó en el estudio; aseguró que, al caminar, la columna está en una posición en la que se le desafía de manera suave. Dicho desafío sutil aplica la cantidad justa de carga o fuerza a la columna vertebral y tiene una serie de beneficios para los músculos y nuestras articulaciones de la zona lumbar.
Hancock explicó que, al caminar la columna recibe una carga muy agradable, bastante baja y repetitiva, y se sabe que eso es muy beneficioso para los tejidos. Todos los tejidos de nuestro cuerpo responden a la carga. Estos se tornan más sanos y fuertes con la carga, aseguró. En el caso de la zona lumbar, aquí están involucrados los músculos que rodean y sostienen la columna vertebral, al igual que los discos cartilaginosos y las vértebras que la componen. El ligero impacto de caminar beneficia también el flujo sanguíneo a estos tejidos, a la vez fortalece el hueso y el cartílago de la columna. Las investigaciones han hallado que los corredores habituales tienen discos cartilaginosos más sanos y fuertes que los no corredores, y los expertos creen que caminar tiene un efecto parecido.
No moverse puede empeorar el episodio de dolor lumbar
Kris Gordon, fisioterapeuta de la Universidad de Washington en San Luis (EEUU), que no participó en la investigación; dijo que caminar combinado con otra clase de ejercicio aeróbico ligero, también tiene el efecto de ayudar al paciente a moverse en el instante en el que podría no sentirse seguros de su capacidad para hacerlo. En el momento en que sufrimos un episodio de lumbalgia, comienzan a beneficiar ciertas posturas. Y que la gente se vuelve temerosa de moverse de ciertas formas, explicó Gordon. No moverse puede empeorar el caso. Aunque en el momento parezca ser lo correcto, después esto puede hacer que la persona se ponga rígida, prolongando de esta manera el episodio de lumbalgia.
De acuerdo con la experiencia de Hancock en su carrera como fisioterapeuta, muchas personas que padecen episodios recurrentes de lumbalgia pueden llegar a un punto en el que tienen miedo de moverse, hasta cuando el dolor ya no está. Y que siempre está presente esa sensación de “¿Cuándo va a regresar?”, dijo. Hancock explicó que ha hablado con muchos de sus pacientes que hace tiempo que no tienen dolor lumbar, pero siguen llevando una vida muy protegida, por temor a hacer algún movimiento que provoque un rebrote del dolor. Lo que a su vez puede provocar que los músculos se agarroten, lo que puede predisponer a estas personas a una recidiva.
Individualizar la caminata
Hancock y su equipo reclutaron a 701 participantes que se habían recuperado de un episodio reciente de lumbalgia que había durado, de 4 a 5 de media, sin causa discernible, para obtener algunos datos concretos sobre la marcha y la prevención. Para poder participar en la investigación, las personas tampoco debían tener un programa regular de ejercicio. A pesar de que la edad media de los individuos en el estudio era de 54 años, esa misma gente había declarado una media de 33 episodios de dolor de espalda baja en el pasado.
Los investigadores se centraron en el paciente con lumbalgia clásica. Hancock dijo que para la mayoría de la gente que tiene dolor lumbar, se trata de una afección recurrente y fluctuante. Estudios anteriores han hallado que estos episodios de dolor acostumbran durar como media entre 5 y 6 días.
El equipo se dividió a los participantes en 2 grupos. El primer grupo recibió 6 sesiones con un fisioterapeuta. En dichas sesiones, se buscaba desarrollar un programa individualizado para caminar; en el transcurso de 6 meses, cada participante llegó a caminar treinta minutos al día, 5 días a la semana. El segundo grupo no recibió tratamiento.
En el primer grupo los terapeutas ajustaron el programa de caminata acorde con las circunstancias vitales y limitaciones físicas de cada participante. Los pacientes también recibieron consejos acerca de cómo controlar el dolor en caso de que este regresara.
Las sesiones individuales de entrenamiento sirvieron para que los participantes hallaran formas de integrar la marcha en sus vidas, ya fuera acostumbrarse a caminar a una hora específica cada día o ir andando al trabajo, al mismo tiempo debían asegurarse de iniciar el programa a un ritmo sostenible para sus capacidades físicas.
Si nos movemos, las cosas van mejor
Los participantes de ambos grupos informaron si habían tenido dolor lumbar recurrente y cuándo ocurría cada episodio, y los investigadores siguieron su evolución durante al menos un año, y hasta 3 años en el caso de algunos pacientes.
El grupo integrado por los pacientes que recibió consejos para caminar tenía un 28 por ciento menos probabilidades de padecer un episodio recurrente de dolor lumbar que los participantes del segundo grupo. Entre todos los pacientes cuya lumbalgia reapareció, el grupo que caminó pasó una media de 208 días entre recidivas, en comparación con el grupo que no caminó que comunicó de una media de 112 días entre recidivas.
Mark Hancock afirmó que los resultados demostraron el amplio rol que juega el movimiento en la curación. Y que nuestro cuerpo se cura de maravilla, pero necesita un buen ambiente para ello, y el ambiente de curación es el movimiento. El investigador concluyó que, si nos movemos, las cosas van mejor.