Un nuevo estudio determinó que las huellas encontradas anteriormente en el yacimiento de Laetoli en Tanzania, no pertenecían a un oso como se pensó hace cuatro décadas. Sino que corresponden a otra especie humana desconocida hasta la actualidad.
Las huellas encontradas en Tanzania no eran de oso, eran de otra especie humana
Hace cuatro décadas se encontraron unas particulares huellas en Tanzania, en el yacimiento de Laetoli, en África. En ese momento se pensó que eran de oso, pero con una nueva investigación se está demostrando que se trataba de pisadas hechas por miembros de otra especie humana.
Ciertamente, fue hace más de cuarenta años que se encontraron estas huellas; las cuales constituyen la evidencia más antigua de la marcha en dos piernas de los humanos. Sin embargo, entre las huellas había otras pisadas, algunas de ellas se consideraron pertenecientes a un oso. Pero una nueva investigación quiso demostrar que pertenecen también a un homínido.
Según la investigación publicada en “Nature”, dirigida por el Dartmouth College de Estados Unidos; confirma que aquellas cinco huellas consecutivas fueron hechas por un pie humano, y no por un oso. Esta evidencia es concluyente para establecer que varias especies de homínidos coexistieron en aquel lugar.
Pisadas de hace 3.7 millones de años hechas por una especie humana desconocida
Mary Leakey, descubrió en el año 1978 una senda de pisadas bípedas de 3.7 millones de años de antigüedad; las cuales son aceptadas generalmente como pertenecientes a “Australopithecus afarensis”, y representan la prueba más antigua del andar erguido.
El yacimiento de Laetoli se compone de varios sitios y aquellas singulares pisadas están lejos de las halladas en el denominado sitio A; las que se comenzaron a excavar 2 años antes, pero luego se les restó importancia al considerar que pertenecían a las pezuñas de un joven oso andando erguido.
El reciente estudio está fundamentado en una nueva excavación de aquellas 5 pisadas y, luego de un análisis más detallado y comparativo, los científicos concluyeron que fueron hechas por un humano primitivo y bípedo.
En dichas huellas fósiles se pueden reconocer una gran impresión del talón, así como del dedo gordo del pie y de un segundo dedo más pequeño. La diferencia de tamaño que hay entre los dos dedos es parecida a la de los chimpancés y a la de los humanos; pero no se parece a las huellas de los osos negros.
No pueden ser pisadas de osos
Los científicos también encontraron huellas de osos negros jóvenes en un centro de rescate y rehabilitación de EEUU. Y además lograron cerca de 50 horas de grabaciones de osos negros en un ambiente salvaje.
En las grabaciones los científicos observaron que los animales caminaban en las patas traseras menos del 1 % de la duración de su andar; lo que anima a los expertos a considerar poco probable que las pisadas halladas en Laetoli pertenezcan a osos. Y es que además no se hallaron marcas a cuatro patas.
Por su parte, Jeremy DeSilva, autor del nuevo estudio de Dartmounth. Señaló que cuando estos animales caminan, sus pasos son muy amplios y se tambalean de uno a otro lado; ellos no son capaces de caminar con un andar similar al de las pisadas del sitio A. Y que la forma de sus rodillas y la musculatura de su cadera no se lo permiten.
Por otro lado, los talones de los plantígrados se estrechan mientras que sus dedos y pies presentan forma de abanico. Además, que los pies de los primeros humanos tienen forma cuadrada y cuentan con un prominente dedo gordo.
Paso cruzado
En las pisadas del sitio A se señala a un homínido cruzando una pierna por encima de la otra en la marcha. Lo que se conoce como “paso cruzado”, que no es algo típico en los humanos. Sin embargo, este tipo de movimiento se puede generar cuando la persona intenta restablecer el equilibrio.
Los expertos piensan que estas marcas de paso cruzado pudieron resultar de un homínido andando por un área con una superficie desnivelada, explicó Ellison McNutt, autora del estudio de la Universidad de Ohio en los Estados Unidos.
Además, para DeSilva, las pisadas encontradas en el sitio A, son diferentes a las del “Australopithecus afarensis”. Lo que representa una prueba concluyente de que hubo otra especie humana que caminaba en dos piernas, de distinta manera y con diferentes pies hace más de 3.7 millones de años.