Cuando se contempla la Luna en el espacio durante la noche, uno se imagina que en un futuro los humanos podrán vivir y trabajar en la superficie lunar; y nos imaginamos también un tránsito regular entre la Tierra y la Luna.
Artemis, una de las misiones de la NASA que servirá en la construcción del camino entre la Tierra y la Luna
Para alcanzar el futuro donde los humanos puedan vivir fuera de nuestro planeta, falta mucha tela por cortar. Se deben llevar a cabo determinados estudios, debido a que la Luna proporciona un par de entornos importantes para la ciencia, entornos a los que en la actualidad no tenemos acceso aún desde tierra.
La gravedad de nuestro satélite natural es solo una sexta parte de la gravedad de nuestro planeta. Además, posee una atmósfera bastante delgada que se encuentra expuesta a una radiación más intensa que la que existe aquí. También, el establecer una presencia que sea sostenible en la superficie lunar es una acción determinante para prepararnos para las misiones marcianas.
Por otro lado, primero y para llegar más lejos y permanecer más tiempo en el espacio, incluido el planeta rojo; se debe estudiar cómo se comportan los fenómenos físicos y biológicos en el entorno único de nuestro satélite.
Con el objetivo de allanar el camino para la exploración del hombre de la Luna y de Marte, las misiones Artemis de la agencia fueron concebidas como unas misiones cada vez más complejas.
La primera de ellas, Artemis I, consiste en un vuelo de prueba sin tripulación del Sistema de Lanzamiento Espacial (SLS) y la nave espacial Orion entorno a la Luna.
Con este vuelo se busca principalmente demostrar los sistemas de Orion y de esta forma asegurar un viaje confiable entre la Tierra y la Luna, para el primer vuelo tripulado a bordo de la misión Artemis II.
El papel del Experimento Biológico 01 en la construcción de la ruta entre la Tierra y la Luna y más allá
A pesar de que no estará tripulado, el compartimiento de los tripulantes de Artemis I tendrá microscópicas formas biológicas de vida a bordo; además de otras cargas también de utilidad. Varios de estos minúsculos viajeros a bordo de la nave Orion conforman la misión del BioExpt-01 o Experimento Biológico 01 de Ciencias Biológicas y Físicas de la agencia. La cual servirá como pionero para los estudios biológicos más allá de la órbita de la Tierra.
El Experimento Biológico 01 incluye 4 estudios que servirán para la evaluación de los efectos del entorno del espacio profundo acerca del valor nutricional de semillas de plantas, la adaptación de la levadura, la reparación del ADN en el interior de los hongos y la expresión genética de las algas.
Al enviar estos estudios a través de 2 anillos gigantescos de radiación localizados alrededor de nuestro planeta (denominados los cinturones de Van Allen) hasta regiones más allá de la órbita baja de la Tierra; los científicos recibirán una comprensión como nunca antes acerca de los niveles elevados de la radiación ionizante y de su impacto sobre las formas de vida biológicas.
Con este conocimiento se entenderá mejor cómo las formas biológicas de vida podrían prosperar de una mejor manera en el espacio profundo y ayudar a las próximas misiones tripuladas a la Luna y a Marte.
La radiación del espacio profundo y su efecto sobre el ADN
Hacer posible la vida de los humanos entre la Tierra y la Luna y más adelante en Marte, exige encontrar respuestas a interrogantes fundamentales.
Desde el 19 de diciembre de 1972, cuando el primer humano pisó por última vez la superficie de la Luna; los investigadores se han venido preguntando qué impacto tiene el espacio profundo sobre las personas y sobre otras formas de vida, como las plantas, que serán responsables de sostener a las tripulaciones humanas durante misiones espaciales de larga duración.
Dentro de BioExpt-01, varias investigaciones que usan organismos modelos y semillas de plantas buscan principalmente ayudar a responder interrogantes fundamentales que son esenciales para asegurar la salud de la tripulación en próximas misiones de larga duración.
Un estudio para conocer cómo afecta la radiación del espacio profundo al ADN, denominada “Genómica de la radiación en el espacio profundo”. Este será pionero en descubrimientos científicos al lograr correlacionar qué genes brindan a las células una mayor probabilidad de supervivencia. Y también para comprender las dosis y los tipos de radiación que experimentan más allá de la magnetosfera protectora de nuestro planeta.
Luis Zea, principal investigador de la Universidad de Colorado en Boulder, EEUU; señaló que se encuentran usando células de levadura en este estudio debido a que tienen mucho en común con las células humanas.
En lugar de mandar cantidades limitadas de personas en una nave espacial, se puede enviar millones de células de levadura dentro de una pequeña bolsa. Y así conocer los efectos del espacio profundo en dichas células; lo que sería bastante parecido a lo que pasaría dentro de las células humanas ante esas mismas condiciones, explicó Zea.
Un estudio sobre cuáles organismos puede sobrevivir en el espacio profundo
Viajar entre la Tierra y la Luna y más allá, requiere una cantidad enorme de combustible, nutrición y oxígeno. Y ciertamente es bastante difícil hallar espacio disponible a bordo, lo que deja una pregunta sobre la mesa: ¿Qué es portátil pero también satisface estas tres necesidades?
El estudio denominado Combustible para Marte de la NASA, tiene como objetivo la identificación de genes y vías metabólicas en el alga unicelular verde Chlamydomonas reinhardtii; las que aparentemente tienen ventajas de supervivencia mejoradas en el momento en que se exponen a los efectos combinados de la radiación espacial y la gravedad alterada.
Dichas ventajas pudieran ser incorporadas a las cepas progenitoras en investigaciones futuras para la optimización de la generación de hidrógeno y de otros combustibles en el espacio.
Holly Birdsall, quien es la principal investigadora de Combustible para Marte en la Facultad de Medicina Baylor en Houston, EEUU. Explicó que las algas además son comestibles y se pueden utilizar para la producción de vitaminas o aceites que las personas requieren para su nutrición.
Estos organismos son fáciles para cultivar, debido a que solo requieren agua y luz. Se trata de un pequeño compañero de viaje capaz de responder a muchas de las necesidades humanas, agregó Birdsall.
Este estudio está dirigido por el investigador principal de la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke en Durham, Timothy Hammond y por Birdsall. Ambos esperan encontrar una comprensión más completa de cómo las células interactúan con la radiación. Además de conocer cuál es la mejor forma de optimizar las plantas en el espacio.