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Según un estudio consumir carne roja podría aumentar el riesgo de demencia senil

El estudio establece un vínculo entre consumir carne roja y la salud cognitiva

Un extenso estudio de salud y dieta en los Estados Unidos, con la participación de más de 130.000 personas, concluyó que consumir carne roja acelera el deterioro cognitivo y aumenta el riesgo de enfermedades como la demencia senil o alzheimer, sobre todo si es carne procesada como las salchichas o los embutidos. Sustituir este tipo de alimentos por alternativas vegetales, pollo o pescado beneficia la salud de cerebro.

El estudio establece un vínculo entre consumir carne roja y la salud cognitiva

El alto consumo de carne roja y de alimentos procesados ha preocupado por muchos años a los expertos debido a su relación con la diabetes de tipo 2, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Sin embargo, el vínculo de este tipo de alimentos con el deterioro cerebral ha sido una incógnita que aún está pendiente.

Consumir carne roja con frecuencia aumenta el riesgo de sufrir demencia a edades avanzadas. Esta es la conclusión general de una investigación que fue publicada recientemente por científicos estadounidenses, un estudio que ha analizado una muestra masiva de más de 130.000 participantes durante 43 años para comparar sus niveles de consumo de carne roja no procesada y procesada con la aparición de síntomas de demencia vinculados a enfermedades mentales como el alzheimer.

Este estudio representa la mayor investigación hecha hasta la actualidad que establece un vínculo entre estos alimentos y la salud cognitiva de las personas, pero los resultados arrojados vienen a sumarse a otros trabajos previos que han demostrado el impacto del consumo de carne roja en trastornos metabólicos y enfermedades como el cáncer.

El consumo de carne roja medido en número de raciones al día

Los autores del estudio, pertenecientes a la Facultad de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, al Hospital Brigham and Women´s de Estados Unidos, y al Instituto Broad, se apoyaron en el inmenso volumen de datos proporcionado por dos grandes trabajos científicos de salud a largo plazo, estos fueron: el “Health Professionals Follow-Up Study”, que analiza el impacto de la nutrición en la salud de los profesionales de la sanidad y el estudio “Nurses´Health Study”, que evalúa los factores de riesgo de enfermedades en mujeres.

Con los datos recopilados en estas dos fuentes han construido un registro de 133.771 pacientes con una media de edad de 49 años al inicio de un intervalo de seguimiento de más de cuarenta años. Un total de 11.173 fueron diagnosticados con demencia durante esta cuatro décadas.

Además de recopilarse otros múltiples datos de salud, cada 2 a 4 años los pacientes rellenaban un cuestionario acerca de sus hábitos alimentarios, que los investigadores fueron usando para la clasificación de la población analizada de acuerdo con su consumo de carne roja en número de raciones diarias, donde una ración fue definida como una porción de aproximadamente 85 gramos, del tamaño aproximado de una baraja de cartas. En relación a las carnes procesadas, los investigadores equipararon esta cantidad a 2 lonchas de beicon, una rodaja y media de mortadela o un perrito caliente.

Comer carne roja aumenta el riesgo de sufrir de demencia en un 13%

Una vez que los autores del estudio descontaron las posibles influencias de factores ajenos a los relevantes, como el nivel socioeconómico, los antecedentes familiares de demencia y otros, los resultados muestras que quienes consumen al menos un cuarto de ración al día (o unas 2 raciones a la semana) tienen un 13 por ciento más de riesgo de padecer demencia que quienes comen menos de la décima parte de una ración diaria, o 3 raciones al mes.

Esto hace referencia a las demencias diagnosticadas durante el tiempo que duró el estudio, pero además un grupo de 17.458 personas, compuesto solo por mujeres con una edad promedio de 74 años, se sometió a varios pruebas objetivas para valorar la memoria y la capacidad de razonamiento. En este caso, los autores hallaron que el aumento de una ración diaria de carne roja se vincula con un deterioro mental acelerado en más de 1,6 años.

No obstante, el estudio, que fue publicado en la revista “Neurology”, no ha hallado diferencias apreciables en diagnósticos de demencia o en la puntuación en los test entre las personas que comen poca o mucha carne roja no procesada, en la que los autores de la investigación incluyen cerdo, vacuno, cordero y hamburguesas. Pero con la finalidad de ahondar todavía más en el análisis del riesgo y profundizar en efectos menos detectables, los investigadores dejaron que fuesen los propios pacientes, un amplio grupo de 43.966 participantes con una edad promedio de 78 años, quienes informaron sobre su estado mental en un cuestionario.

También se pudo medir el deterioro cognitivo sutil

La autora principal del estudio, Yuhan Li, explicó que el declive cognitivo subjetivo se refiere a lo que la propia persona informa acerca de los cambios recientes en sus capacidades cognitivas o memoria. Li agregó que esto por lo general se considera un indicador temprano de posibles defectos cognitivos futuros o demencia. De igual forma, la investigadora precisó que estos informes de los propios pacientes pueden delatar un declive sutil que todavía no sea observable por los métodos objetivos de diagnósticos.

En este caso, los científicos sí hallaron un deterioro vinculado al consumo de carne roja no procesada, con un incremento del riesgo del 16 por ciento en aquellos que consumían una ración o más al día, en comparación con quienes solo comían media ración o menos. Con relación al consumo de carne procesada, los cuestionarios de autoevaluación revelaron un 14 por ciento más de riesgo en el grupo de mayor consumo de carne procesada.

Los alimentos procesados y las carnes rojas han preocupado por mucho tiempo a los expertos debido a su vínculo con trastornos metabólicos como la diabetes de tipo 2, con el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. En el año 2015 la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud agregó la carne procesada a la lista del grupo 1 de factores de mayor riesgo de cáncer, con las carnes rojas en el grupo de riesgo inmediatamente inferior, el grupo 2A.

Sin embargo, la relación de estos alimentos con el deterioro cerebral ha sido una incógnita pendiente; de acuerdo con lo que escriben Yuhan Li y su equipo, “estudios previos han mostrado asociaciones inconsistentes entre el consumo de carne roja y la salud cognitiva”.

En cuanto al eje intestino-cerebro

No obstante y para que un vínculo entre factores de riesgo y enfermedades resulte verosímil, debe hallarse una conexión biológica. Y, en este caso, dicha conexión existe. La relación entre el sistema digestivo y el nervioso se ha reforzado en las últimas décadas con lo que se denomina el eje intestino-cerebro. Esta es una vía que podría radicar la causa de diversos problemas neurológicos en el tubo digestivo, hasta tal punto que se ha asomado una posible implicación de las bacterias intestinales en el alzheimer.

Li afirmó que los resultados del estudio pueden reforzar la idea de que el eje intestino-cerebro tiene un rol en el desarrollo de enfermedades asociadas con la demencia. La científica detalló que la carne roja contiene carnitina, un compuesto que las bacterias intestinales convierten en otro denominado óxido de trimetilamina (TMAO) que podría estar involucrado en el declive cognitivo acelerado, a lo que se suma el contenido en sal de la carne roja y una posible contribución de las grasas saturadas.

El director del estudio, Dong Wang, señaló que como conclusión, el mensaje de los autores quedó claro: “Disminuir la cantidad de carne roja que consume una persona y reemplazarla con otras fuentes de proteínas y opciones vegetales podría incluirse en las directrices dietéticas para promover la salud cognitiva”.

Los resultados además han cuantificado este beneficio: sustituir una ración diaria de carne roja procesada por otra de legumbres y frutos secos disminuye el riesgo en un 19 por ciento y el envejecimiento cognitivo en 1,37 años, mientras que el pescado reduce el riesgo en un 28 por ciento y el pollo en un 16 %. Wang concluyó, «Confiamos en que nuestros resultados alienten una mayor consideración de la conexión entre la salud del cerebro y la dieta”.

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