Los mitos sobre el cortisol, también conocida como la “hormona del estrés”, están por miles en las redes sociales. Pero hay que poner mucha atención a lo que dice la ciencia acerca de esta sustancia ya que ayuda a nuestro organismo en su funcionamiento.
¿Cómo están tus niveles de la hormona del estrés el día de hoy?
Si te preguntas qué tan altos están tus niveles de cortisol hoy, basta con que navegues unos minutos por la Web para convencerte de que tu cuerpo está agotado o está inundado de la hormona del estrés.
El cortisol es coloquialmente conocido como “la hormona del estrés”, esta sustancia desempeña un rol fundamental en la mayoría de los procesos fisiológicos que hacen que nuestro organismo funcione. Sin embargo, desde hace mucho tiempo el cortisol se ha convertido en víctima de su propia fama, debido a que las personas le culpan de provocar una serie de dolencias, como la “fatiga suprarrenal”, el agotamiento, la ansiedad, el aumento de peso, los dolores de cabeza y pare de contar, cuando la hormona del estrés está desequilibrada.
Esta sustancia juega una función vital en la salud de la gente. Aunque, ¿son realmente tan frecuentes los niveles desequilibrados de cortisol en nuestro organismo? Conocerás todo lo que tienes que saber acerca de esta hormona clave, y por qué puede que no merezca tanta preocupación como algunos “expertos” de la salud de las redes sociales quieren hacerte creer.
El cortisol es una fuente de energía para nuestro cuerpo
Esta hormona es secretada por las glándulas suprarrenales ubicada encima de los riñones. Esta sustancia también se conoce como la hormona esteroidea. El cortisol se halla en casi todos los tejidos de nuestro cuerpo.
Anat Ben-Shlomo, quien es endocrinóloga y catedrática asociada de medicina en el Cedars-Sinai, aseguró que sin el cortisol no podemos vivir.
Esta hormona le permite a nuestro organismo regularlo todo, desde el sueño hasta el metabolismo, pasando por la inflamación y la función inmunitaria. Sin embargo, se podría decir que el cortisol es más conocido por ayudar al cuerpo a responder a las amenazas percibidas, y es precisamente esta función la que le ha hecho ganar el apodo de “hormona del estrés”.
Cuando nuestro organismo percibe una amenaza interna o externa, nuestro sistema nervioso simpático es activado, con lo que se desencadena una compleja secuencia de respuestas hormonales. Y una de ellas consiste en hacer que las glándulas suprarrenales liberen cantidades de cortisol, que le sirve al cuerpo para que obtenga la energía que necesita para enfrentar el estrés y regresar a la homeostasis.
¿Puede pasar que tenga mucho o poco cortisol en mi organismo?
La respuesta de los expertos es que sí. Sí es posible que exista el exceso o la falta de cortisol.
Los tumores en la glándula pituitaria pueden provocar un desencadenamiento de niveles muy altos de cortisol, dando paso a una patología denominada síndrome de Cushing. Esta enfermedad se caracteriza por debilidad, aparición de hematomas, aumento de peso y problemas de azúcar en sangre.
Por otro lado, las personas cuyo sistema inmunitario ataca a sus propias glándulas suprarrenales no son capaces de producir el cortisol que necesitan y pueden llegar a desarrollar insuficiencia suprarrenal crónica, mejor conocida como enfermedad de Addison, esta puede provocar fatiga aplastante, pérdida de apetito, mareo, oscurecimiento de la piel y otros síntomas.
Ben-Shlomo explicó que las enfermedades vinculadas a la deficiencia o el exceso de cortisol son bastante complicadas, multisistémicas y multiorgánicas. Pueden ser muy difíciles de tratar y, como los problemas con esta hormona comparten síntomas con otras enfermedades, es posible que con frecuencia se produzcan diagnósticos equivocados.
Sin embargo y a pesar de que los especialistas sospechan que estas enfermedades están infradiagnosticadas, las dos patologías se consideran trastornos raros.
Entre los mitos más comunes relacionado con la hormona del estrés está la fatiga suprarrenal
A pesar de lo raro que son los trastornos de cortisol, los gurús de la salud de la Web y los expertos en salud alternativa aseguran que, con el estrés sostenido, las glándulas suprarrenales pueden quemarse y de esa manera ya no puedan producir más cortisol, lo que lleva a una serie de síntomas normalmente denominados “fatiga suprarrenal”.
No obstante, este término es todo un mito, según Ben-Shlomo. Y es que a través de una revisión bibliográfica que se realizó a varios estudios durante 2016, se concluyó que dicha condición en realidad no existe.
En este sentido Anne Cappola, catedrática de endocrinología, diabetes y metabolismo en la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania (EEUU), explicó a National Geographic en julio del año pasado, que en realidad se necesita una alteración muy grande para que las glándulas suprarrenales no funcionen. Y que estas glándulas tienen mucha redundancia incorporada. Las personas tenemos 2 glándulas suprarrenales. Necesitamos menos de una para funcionar, agregó.
Aunque haya trastornos endocrinos graves, los especialistas advierten contra los intentos de “equilibrar” las hormonas en nuestro hogar o de autoprescribirnos suplementos (la mayoría de estos no se encuentran aprobados ni regulados) para evitar el exceso o la deficiencia de cortisol en nuestro organismo.
Si los síntomas están afectando nuestra calidad de vida, debemos acudir al médico para recibir más información. Los expertos pueden descartar problemas suprarrenales y con frecuencia identificar otras dolencias, como el síndrome de ovario poliquístico (SOP) o la perimenopausia, que comparten síntomas con los problemas suprarrenales.
Ben-Shlomo, dijo que lo bueno de las glándulas suprarrenales es que tienen una gran capacidad para darnos lo que necesitamos para sobrevivir y aguantar el estrés.
¿Cómo combatir el estrés crónico?
Es posible que el estrés no pueda quemar las glándulas suprarrenales ni agotar las reservas de cortisol de nuestro cuerpo. Pero sus efectos son verdaderos y se encuentran respaldados por una larga bibliografía que acentúa la relación entre los niveles altos de estrés y el deterioro de la salud.
Un ejemplo de ello, son las personas con múltiples experiencias adversas en la infancia que están siempre propensas a sufrir diversos problemas de salud, desde obesidad, trastornos del estado de ánimo hasta ictus. El estrés es capaz de desencadenar o agravar una larga lista de otras condiciones, comprometiendo así un montón de sistemas corporales y llevando a un grupo de investigadores a escribir en 2017 “que la comunidad médica necesita contar con una mayor apreciación del rol importantísimo que el estrés puede desempeñar en diferentes enfermedades”.
Es posible que no nos podamos defender de un trastorno autoinmunitario o de un tumor creciente. Pero podemos modificar nuestra experiencia de estrés a través de una serie de modificaciones en nuestro estilo de vida. Anat Ben-Shlomo y sus colegas hicieron énfasis en que el ejercicio regular, la meditación o la atención plena, una dieta saludable y dormir lo suficiente, son factores que pueden tratar o hasta prevenir varias enfermedades que algunos podemos confundir con un problema de producción de cortisol. El estrés es malo, aseguró Ben-Shlomo; “eso está demostrado más allá de cualquier duda”.