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Las recientes fotos, que fueron capturadas desde Sudáfrica a través de un radiotelescopio, expusieron numerables fragmentos en el centro de la Vía Láctea. Entre estos, muchísimos filamentos de gran longitud y desconocida procedencia, supernovas y territorios de formaciones estelares.
Nubes de polvo ocultan su parte más cautivadora
El corazón de la galaxia se haya oculto detrás de numerosas nubes concentradas en polvo; las cuales nos obstaculizan la vista, evitándonos observar a través de la luz las partes más cautivadoras en su interior. No obstante, las ondas de radiación, que se transmiten con gran fuerza desde este sitio, que traspasan dichas nubes concentradas en polvo sin ningún inconveniente.
Es por esto que se acude a los radiotelescopios para poder investigar las zonas de donde el interior se encuentra un supermasivo agujero negro. En esta zona se encuentra la constelación Sagitario (Sagitario A*)
En otro sentido, el corazón de la galaxia no es de simple visibilidad partiendo del hemisferio norte. Sagitario se puede observar sumamente más elevada encima del horizonte a partir del hemisferio sur. Es por esta razón que muchísimos observatorios reconocidos se encuentran ubicados con sus instalaciones en zonas australianas.
MeerKAT observa los enigmas de la Vía Láctea
En vista de esto, el radiotelescopio MeerKAT, está conformado por alrededor de 64 entenas distribuidas por una cavidad de 8 kilómetros de ancho en Sudáfrica. Este instrumento es excelente para estudiar los enigmas de la galaxia y toda la Vía Láctea.
Y es precisamente desde este puesto de observación que recientemente se hicieron públicas unas fotografías que se ven sensacionales; debido a la alta resolución de destalles que tienen.
La reciente investigación ha sido llevada a cabo gracias a Ian Haywood, por el SARAO; el mismo Observatorio de Radioastronomía de Sudáfrica y la Universidad de Oxford. Ciertamente, no son las únicas fotografías que se consiguieron del territorio de ondas de radiación; aunque por otro punto de vista sí son las que más se pueden observar detalladamente, ya que cuentan con un grado de sensibilidad muy elevado.
Las fotografías que se capturaron, fueron tomadas por un largo de onda de 1,28 gigahercios (GHz), cubriendo la zona del cielo que es de 6,5 grados perfectos; lo que equivale a una luna llena, pero 30 veces. Aunque en realidad se trata de un conjunto de fotografías de 100 Mpx, el cual se pudo conseguir mediante 20 observaciones libres; esto a lo largo de más de ocho días en el telescopio.
En las fotografías obtenidas, se puede apreciar que la parte más radiante es la que se encuentra más cerca al supermasivo agujero negro Sagitario A*; la cual se encuentra a 25 mil años luz de lejanía y cuenta con un volumen de cuatro millones de veces mayor al Sol. En el ambiente se trazan innumerables residuos de supernovas, las coberturas de gas en ampliación que se obtienen al momento de las estrellas con un volumen elevado finalizan sus vidas en forma de explosión.
Un ratón y una serpiente en la Vía Láctea, el G359.1-05
De todas estas enormes burbujas, resalta una sola, que es casi perfecta con forma de esfera en algunas orillas del mosaico. Otro residuo, asimismo, bastante esférico, es llamado G359.1-05. Este también, por su figura perfectamente trazado; resalta por dos contexturas más y curiosamente tienen formas de un ratón y una serpiente, y están ubicadas muy cerca.
Se cree que la figura con cuerpo de ratón puede estar constituidas por una estrella de neutrones, enviada con mucha velocidad; en un evento con estilo de supernova.
Lo que parecen unas serpientes, son un filamento radiante y de gran longitud, de los innumerables que se han encontrado a través de las fotografías más recientes. Efectivamente, se logran conseguir más de mil filamentos iguales alrededor de todo el mosaico. Estas longitudes de hilos, logran alcanzar los 150 años luz de largo y es bien sabido que se relacionan con fuertes campos magnéticos.
En ocasiones se observan alejados, y en otras ocasiones en conjunto; pero casi siempre en influyentes rollos de fibrillas semejantes a las que permanecen paralelas interrelacionadas. Cualquiera podría creer que son figuras conformadas muy semejantes a los bucles que se generan en el espacio solar y a los enormes arcos. Aunque en el corazón de la Vía Láctea, las ascendencias suelen ser mucho más grandes.
Después del hallazgo de dichos filamentos en el año 1980; los astrónomos han trabajado arduamente por hallar una respuesta definitiva con respecto a su crecimiento y formación. La radiante transmisión de radio se lleva a cabo por provenir de partes mínimas de una materia cargada, mejor conocido como un rayo cósmico, con una potencia elevada, y a su vez dan vueltas a una velocidad muy parecida a la velocidad de la luz cuando caen a un paso de trazos con un gran campo magnético.
Aparecieron las dudas
Aunque al momento de que tratamos de indagar en todos fragmentos de esta aclaración, quedamos dudosos. En primera instancia, no se tiene conocimiento de la procedencia de diferentes rayos cósmicos de gran cantidad; los cuales cuentan con más densidad en toda la galaxia.
Por otra parte, los campos magnéticos se tienen que expandir la parte de los filamentos a costos que resultan mayores a los que dominan en todo el ambiente interestelar; y aun no se tiene conocimiento sobre cuales mecanismos lograría efectuar dicha expansión magnética.
La reciente información hace hincapié para realizar una buena estadística para los contenidos de los filamentos, como el largo, espectro de la radiación transmitida, la ubicación, figura y valor de campo magnético, entre muchos más. Lo cual permite continuar indagando sus tantos mecanismos de formación y crecimiento.
Además, en las fotografías recientes también se observan innumerables zonas de formación estelar con enormes cúmulos de numerosas fuentes compactas y estrellas masivas. Otros se tratan de agujeros negros en diferentes galaxias, con muchísima más distancia.