El origen del agua se encuentra en las estrellas. El oxígeno se crea dentro de los núcleos de estrellas masivas y el hidrógeno se creó en el momento del Big Bang. Estas dos sustancias químicas se unen perfectamente; y es cuando un átomo de oxígeno se combina con dos átomos de hidrógeno que forman las moléculas de agua.
Y precisamente el agua, en su estado gaseoso, está presente en inmensas cantidades en viveros cósmicos de la Vía Láctea, justo donde nacen las estrellas.
No es extraño que el origen del agua se encuentre en las estrellas
No es raro que el origen del agua se haya dado en las estrellas de nuestra galaxia. Tampoco es extraño que el agua sea tan común en nuestra Vía Láctea. Este elemento se encuentra presente sobre todo en forma de gas y de hielo, contenida en cometas, asteroides, planetas, lunas. Tanto así, que hay hipótesis que afirman que el agua de nuestro planeta proviene de cometas o asteroides que colisionaron contra la Tierra hace millones de años.
Los cometas y asteroides son vestigios de la creación del sistema solar de hace 4.500 millones de años; y una buena parte de su composición es de agua en estado sólido.
Alrededor del 70 % de la Tierra se encuentra cubierto de agua. En los océanos se concentra el 95 % de toda el agua de nuestro planeta. Si es observado desde el espacio, los mares de la Tierra cambian de color relacionado con los organismos microscópicos semejantes a plantas denominadas fitoplancton, exhibiendo ecosistemas marinos muy complejos.
Los océanos son ricos en biodiversidad lo que impulsa el ciclo del agua que rige al planeta y a su atmósfera; y representan todo un engranaje en el ciclo del carbono.
En búsqueda de mundos oceánicos más allá de la Tierra
Dicha diversidad de ecosistemas permite la comprensión de la importancia del agua y de los océanos como un elemento fundamental para la vida como se conoce. Por lo cual, la búsqueda de habitabilidad y de vida más allá de nuestro planeta se vincula con la búsqueda de mundos oceánicos.
A parte del agua en estado líquido, existen otros requisitos determinantes para la habitabilidad, como lo es una fuente de energía; es decir, una fuente solar, química o térmica. Además de ciertos componentes químicos como hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, azufre, fósforo y carbono.
Estos componentes proporcionan una pista acerca de las condiciones de habitabilidad de un mundo; sobre su potencial de producir y sostener vida como la conocemos. Aunque por sí mismos estos elementos no determinan la existencia de seres vivos. Hasta los momentos no se ha hallado vida más allá de nuestro planeta; sin embargo, la búsqueda continúa.
Volvemos a la vieja pregunta, ¿nos encontramos solos en el universo?
Esta antigua interrogante sigue siendo el combustible para la exploración espacial. Nuestra comunidad cósmica, el sistema solar, aloja varios mundos oceánicos a parte del nuestro. El agua en diferentes estados aparece en planetas, cometas, planetas enanos y lunas. Por ejemplo, las lunas de Júpiter Ganímedes, Europa y Calisto, y también la luna de Saturno Encélado.
Aunque el agua en su estado líquido en grandes cantidades en la superficie de un cuerpo celeste, es más difícil de hallar. La comunidad científica hasta hace poco tiempo, enfocaba sus esfuerzos en mundos dentro de la zona habitable; es decir, los que se localizan a una distancia óptima desde su estrella anfitriona para que el agua pueda mantenerse en estado líquido.
Sin embargo, un reciente cambio de paradigma ha llevado a ampliar la búsqueda. Al parecer mundos completamente helados cubiertos por inmensas capas de hielo podrían alojar grandes océanos en su interior.
El científico planetario Lucas Paganini, perteneciente a la sede de la NASA en Washington DC; explicó que Europa, una de las lunas de Júpiter, por ejemplo; no tiene una atmósfera densa y un campo magnético como la Tierra; que le sirva de protección contra la fuerte radiación. Que le permita mantener la temperatura apropiada para la habitabilidad sobre su superficie. Aunque está cubierta por una capa de agua helada muy gruesa que le pudiera estar sirviendo de escudo protector frente a la fuerte radiación que proviene de Júpiter.
En la actualidad Paganini dirige misiones que se encargan de la exploración de estos mundos oceánicos por medio de diferentes instrumentos; los que permiten capturar imágenes de alta resolución y estudios de la composición de dichos mundos.
Un enorme océano en Europa que nos recuerda que el origen del agua está en las estrellas
Una de las investigaciones dirigidas por Paganini, logró la primera detección directa de moléculas de agua en la superficie de Europa; que representa aun mayor prueba de algo que ya se había sospechado. Que en esta luna joviana existen procesos geológicos internos en marcha que producen inmensas columnas de vapor de agua.
El científico destacó que varias misiones espaciales de la agencia comenzaron las investigaciones en este campo; comenzando por las primeras imágenes más detalladas de esta luna capturadas por la sonda Voyager hace casi cuarenta años.
Después, misiones Hubble, Galileo, además de observaciones con telescopios terrestres, han profundizado en el estudio de este mundo con posibilidades de ser habitado. Próximamente, la misión Juno permitirá lograr detalles muy significativos de Europa; como parte de la preparación de la próxima generación de misiones que explorará la luna de Júpiter.
Continúa la exploración de Europa con la misión Clipper
Por su parte, la misión Europa Clipper, que será lanzada para el 2024; tiene como objetivo proporcionar detalles únicos de la luna joviana. De la tenue atmósfera de Europa, de su superficie, del interior y de su potencial de habitabilidad.
Paganini explicó que, esta misión permitirá comprender y explorar en detalle los secretos de Europa; para avanzar en el conocimiento de lo que pasa debajo de su superficie. Y si se pudiera explorar uno de los géiseres de la luna, permitiría obtener información que pudiera revolucionar el entendimiento que se tiene sobre uno de los mundos oceánicos más prometedores que existe en el sistema solar.
La misión Europa Clipper les permitirá a los científicos poder acercarse más a esta luna para continuar aprendiendo acerca de su funcionamiento interno y externo. Clipper podrá llevar a cabo cerca de 45 sobrevuelos a alturas de hasta 2.700 kilómetros para observar la superficie interior, el océano subterráneo, la composición de la atmósfera de la luna y de géiseres activos.