El llamado sexto sentido forma parte crucial de una de las necesidades básicas que tiene el cuerpo para mantener un funcionamiento normal, ¡si el descanso!
Entre los seres humanos existen personas con la capacidad de cerrar los ojos a la hora de dormir y que al siguiente día los abren con la única certeza de que descansaron profundamente. Aunque es innegable que tanto el cerebro como el cuerpo continúan activos incluso cuando estamos dormidos.
Dormir implica mucho más que solo soñar, ya que, además; podemos roncar, hablar, gritar, reír, patear, golpear, damos vueltas, nos acomodamos, nos arropamos y desarropamos. Pero aun si nos toca dormir en una cama de camping de 60 cm de ancho o en una espaciosa super King de 200 cm2, sea o no una noche agitada, es casi seguro que al momento de despertar lo haremos en el sitio donde nos acostamos.
¿Cuál es la razón de que no nos caigamos de la cama?
“Resulta fascinante pensar que mientras alguien duerme su mente de se desconecta de todo lo que le rodea, pero eso no es verdad: si por ejemplo alguien grita muy fuerte eso despertaría a quien está durmiendo”, explicó el profesor Russell Foster, de la Universidad de Oxford.
“Nuestro cuerpo tiene la capacidad de seguir recolectando información mediante nuestros órganos receptores”. Ahora se sabe que hay un sentido que no se duerme con nosotros, “es prácticamente como un sexto sentido. Dicho sentido es algo deficiente cuando somos niños (por lo que hay muchos que se caen de sus camas), pero a medida que crecemos este va mejorando”, agregó el profesor.
Así pues, tenemos plena seguridad de que no perdemos el sentido mientras dormimos. O más bien, no perderemos ese sexto sentido que nos mantiene en la cama y nos evita despertar desconcertados e incluso golpeados en el suelo.
Más sobre este sexto sentido
En términos cotidianos, el sexto sentido se relaciona directamente con las siguientes capacidades: percepción extrasensorial, intuición, clarividencia, premoniciones y la comunicación con una dimensión habitada por ángeles y fantasmas.
Sin embargo, para los científicos como Foster, se trata de un sentido menos esotérico. El nombre de este sentido es propiocepción y se conoce desde hace más de un siglo en el mundo de la ciencia.
En el siglo XIX se realizaron estudios pioneros sobre este sentido por nada menos que las grandes figuras de la neurociencia, entre ellos: el fisiólogo francés Claude Bernard, “destacado como uno de los más grandes de todos los científicos”, según el historiador de ciencia Bernard Cohen. El anatomista y fisiólogo escocés Charles Bell, con su “Nueva idea de la anatomía del cerebro” de 1811 que se considera la Carta Magna de la Neurología. Por último, el neurofisiólogo británico Charles Sherrington, que en 1932 ganó el Premio Nobel de Fisiología/Medicina y acuñó el termino propiocepción; el cual resulto un sentido fundamental para el adecuado descanso y del que ignorábamos su existencia hasta la segunda década del milenio pasado.
¿Es posible comprobar la propiocepción mientras estamos despiertos?
La propiocepción se puede comprobar sencilla y rápidamente por medio de nuestras extremidades. Basta con cerrar los ojos y después tocar con el de índice derecho la punta de la rodilla izquierda. ¿Es muy fácil de hacer verdad?
Con este sexto sentido podemos saber exactamente dónde está la punta de cada dedo de la mano derecha y la punta de la rodilla izquierda. Pero no solo podemos identificar la posición de nuestras extremidades, sino también la totalidad de las partes del cuerpo con los ojos cerrados.
Así pues, la propiocepción es esa conciencia que nos permite saber donde se encuentra cada parte de nuestro cuerpo, esto nos ayuda en caso de estar en ambientes muy oscuros o en caso de que tengamos nuestros ojos incapacitados por cualquier razón, como por ejemplo si tienes los ojos vendados.
Lo que hace funcionar este sexto sentido
Este sexto sentido surge gracias a las señales neurofisiológicas de los receptores ubicados en los músculos del cuerpo, como los tendones, articulaciones y la piel que le transmiten la información actual al cerebro sobre la longitud y el estiramiento de los músculos. Además de otros movimientos como la rotación de las articulaciones, los cambios locales y la flexión o estiramiento de la piel.
De modo que nos genera total seguridad de saber la dirección en la que se están moviendo nuestras articulaciones. Aparte, nos permite identificar la postura en la que estamos y el equilibrio que tenemos.
Este sexto sentido nos ayuda a recuperar el equilibrio si lo llegamos a perder por algún motivo. Claro, acá interviene otro sentido con mayor relevancia en este aspecto.
Imagina que tus ojos están vendados y alguien te inclina lentamente hacia adelante, de inmediato podrás sentir como la posición de tu cuerpo va cambiando con relación a la fuerza de gravedad. En esta situación interviene el sistema vestibular lleno de líquido (endolinfa) que se ubica en el oído interno y permite que nuestro cuerpo mantenga el equilibrio.
Dicho sistema también tiene la función de brindarnos nuestra experiencia de aceleración a través del espacio y está vinculado a los ojos, dándoles la capacidad de fijar la mirada en un punto especifico.Aunque estos últimos no sirven de mucho cuando hablamos de no caernos de la cama mientras dormimos, ya que obviamente en ese momento están cerrados.
Importancia del sexto sentido llamado propiocepción
En el sitio web The Conversation el profesor de kinesiología y neurología de la Universidad Estatal de Pensilvania, EEUU, escribió que la propiocepción es “una parte primordial de nuestro sistema de posicionamiento global”, este es indispensable para nuestra vida diaria debido a que tenemos que saber en donde estamos para poder movernos a algún sitio.
“La propiocepción le permite al cuerpo humano determinar la posición, la velocidad y la dirección en la que se encuentra cada una de sus partes, sin necesidad de que la intervenga la vista. Lo que permite al cerebro guiar los movimientos que deba realizar”.
Finalmente vemos que, gracias a este sexto sentido, nuestro cuerpo puede mantener un control del área donde ve a mantenerse mientras dormimos, siendo posible hacer todo tipo de movimientos y aun así no llegamos a pasar de los límites de la cama, sea grande o pequeña.