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Durante una reciente investigación se lograron encontrar restos arqueológicos de cuerpos momificados practicados por la cultura chinchorro hace más de siete mil años.
En la antigüedad, la costa del desierto de Atacama había sido habitada por cazadores y recolectores marinos. En ese entonces desarrollaron una técnica de conservación asombrosa, a la cual bautizaron bajo el nombre de “cultura chinchorro”.
¿Qué es la cultura chinchorro?
Se trata una de las culturas más antiguas del mundo, donde practicaban un método de preservación, que consistía en llevar a cabo un cuidadoso tratamiento en sus muertos; haciendo uso de diferentes técnicas de momificación. Estos trabajos fueron desarrollados alrededor de dos mil años antes que los egipcios.
Lo fascinante de esta técnica es su alta capacidad de conservación; método que fue reconocido por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura), al incluir los asentamientos y momificación artificial de esta cultura en el listado de Patrimonio Mundial.
Tal reconocimiento surgió al descubrir que se trataba de la evidencia arqueología de momificación artificial de cuerpos con mayor antigüedad, lo cual reflejó un papel fundamental en la historia de la humanidad. Así lo indicó la organización internacional.
¿Cómo vivían los chinchorros?
Esta maravillosa cultura se asentó entre los puertos de Ilo, en Perú, y Antofagasta, en Chile; y gracias a la corriente de Humboldt y otras quebradas que llegaban al mar, tales zonas eran muy ricas en recursos marinos; lo cual lo hizo destacar como un pueblo pescador.
Fue así como los chinchorros se especializaron en explotar los recursos marinos, sacando el máximo provecho de ellos; con lo cual crearon distintas herramientas para su supervivencia, tales como, puntas de arpón y anzuelo de espinas de cactus.
Según información proporcionada por la Unesco, en la investigación fueron encontradas herramientas de materiales vegetales y minerales elaborados por los chinchorros, además de otros instrumentos hechos de huesos y conchas; que les permitían valerse en su día a día.
Aunado a esto, el Museo Chileno de Arte Precolombino, dio a conocer que, en sus estudios realizados observaron que las momias tenían tumores en sus oídos; lo cual fue un indicio para determinar que los chinchorros buceaban a gran profundidad.
Esta actividad les permitió crear asentamientos semipermanentes en las quebradas de la zona. Asimismo, se tiene la teoría de que esta comunidad se reunía en pequeños grupos de personas emparentadas entre sí.
¿Cómo era el proceso para momificar a los muertos?
Según los datos obtenidos por la Universidad de Tarapacá, en Chile (encargada de liderar la investigación y conservación de la cultura chinchorro); este especial proceso consistía en remover los órganos y vísceras del muerto por medio de incisiones.
Tales espacios eran sustituidos por vegetales, trozos de cuero, plumas e incluso vellones de lana. De igual manera, se retiraba tanto la piel del rostro como el cuero cabelludo para intervenir el cráneo y extraerle el cerebro.
Esto se hacía para reemplazar su contenido por cenizas, arcilla, pelos de animal y tierra. Posterior a ello, procedían a moldear el rostro y colocarle una peluca previamente confeccionada con pelo humano.
En cuanto a la vestimenta, se le colocaban tejido vegetal y se cubría el cuerpo entero con una capa gruesa de arcilla.
En un inicio esta actividad se realizaba en niños y recién nacidos, acompañados de figuras de barro. Sin embargo, en el año 3000 a.C, comenzaron a momificarse distintos miembros de la sociedad de todas las edades.
Tipos de momias en la cultura chinchorro
Como parte del exhaustivo estudio se observó que las técnicas de embalsamiento iban variando conforme transcurría el tiempo, volviéndolas un poco más simple en las etapas tardías.
La variación de las momias era evidente, pues sus rasgos característicos diferían una de otra. En total fueron estudiados 208 cuerpos, de los cuales se podían apreciar, momias rojas cubiertas con óxido de hierro; momias negras pintadas con oxido de manganeso y otras más que permanecían vendadas.
Pese a que tenían rasgos muy distintos, todas compartían cosas en común, como, por ejemplo, el uso de peluca, palos para reforzar sus cuerpos y mascarillas faciales.
Según expertos, la razón por la cual los chinchorros practicaban este método de momificación era porque las consideraban parte del mundo de los vivos; y por ello dejaban su boca y ojos abiertos.
Actualmente cerca de 120 momias de la cultura chinchorro permanecen en el Museo Arqueológico San Miguel de Azapa en Chile.