El Museo de Historia Natural muestra un jardín jurásico como la atracción turística del verano en Londres. El museo invita a descubrir las eras geológicas a cielo abierto en pleno centro de la capital británica. Su director dice que los visitantes pueden perderse en la naturaleza y en la historia de la Tierra a lo largo de 2.700 millones de años.
En las afueras del Museo de Historia Natural, en el jardín jurásico
Todos lo conocen como «Fern«, pariente cercano de «Dippy», el diplodocus que por muchos años daba la bienvenida a los 5 millones de turistas y visitantes que se adentran cada año en las maravillosas salas del Museo de Historia Natural de Londres. Fern le debe su nombre a los helechos que habitan alrededor del museo y que recrean un jardín jurásico, o sea la vegetación del período jurásico, hace aproximadamente 150 millones de años.
Para poder ver y admirar a Fern, en toda la longitud de 27 metros de su esqueleto fundido en bronce, no es necesario siquiera entrar en el museo. El pariente cercano de Dippy sale al paso de los visitantes, de todas las edades, en el así denominado Jardín de la Evolución, que recrea las eras geológicas a cielo abierto.
Doug Gurr, director del Museo de Historia Natural de Londres, dijo que invitan a los visitantes a perderse en la naturaleza y en la historia del planeta Tierra a lo largo de 2.700 millones de años. Y agregó que «Bajo la mirada elegante de Fern, nuestro nuevo dinosaurio, queremos invitar a los visitantes a hacer una inmersión total en el mundo silvestre«.
Un jardín jurásico, el Jardín de la Evolución del Museo de Historia Natural
El Jardín de la Evolución marca el sinuoso camino desde la muy concurrida Exhibition Road hasta los escalones del museo. El Museo de Historia Natural de Londres ha visto florecer al mismo tiempo el Jardín del Descubrimiento de la Naturaleza, un auténtico laboratorio vivo de ecología de la ciudad.
Los dos proyectos, bajo el auspicio del Urban Nature Poject, han costado la enorme cantidad de 29 millones de euros y han servido para extender más allá de los muros del museo a la segunda gran atracción turística del país, superada solo por el Museo Británico.
Alex Burch, director de programas públicos del museo recalcó que por primera vez en catorce años, los jardines que rodeaban el museo han sido totalmente transformados y reimaginados para contar la historia de nuestro planeta. Y también dijo que al mismo tiempo, han creado un santuario de vida silvestre en el corazón de la ciudad, el lugar ideal para que todos reconectemos con la naturaleza.
El Museo de Historia Natural se ha renaturalizado
Burch dijo que el Museo de Historia Natural de Londres se ha «renaturalizado» y se ha proyectado en el espacio y en el tiempo, comenzando por las formaciones rocosas del gneis Lewisiano de la isla de Barra en Escocia, hace unos 2.700 millones de años. De ese punto se pasó a la pizarra de Gales (515 millones), la arenisca del período Devoniano o la pudinga de Herforshire (hace aproximadamente 55 millones).
Un verdadero jardín jurásico: Entre la dura roca se van abriendo paso las coníferas, los helechos y el musgo, y además las escalofriantes reproducciones de la vida animal como la arthropleura, el invertebrado terrestre de mayor tamaño conocido por la humanidad, un milpiés de 50 kilos de peso y 2,5 metros de largo, que existió durante el período Carbonífero.
Un poco menos impactante, pero igual de sorprendente es el Hypsilophodon (un minidinosaurio ornitópodo de poco más de un 100 centímetros de largo) que data del Jurásico medio. Hace unos doscientos millones de años, en los registros de fósiles, se encuentra el Megazostrodon, un protomamífero insectívoro y nocturno, por aquello de evitar a los dinosaurios depredadores.
La mano del hombre
Un par de gigantescas amonites hacen las delicias de los más chicos y nos ayudan a recordar cómo era la vida en los mares, antes de la llegada de la plaga del plástico producida por los humanos, que pone el preocupante final a ese período que algunos geólogos han rebautizado ya como el Antropoceno.
El ser humano ha alterado profundamente la naturaleza, pero de la misma forma puede ayudar a regenerarla. Esa es la lección que nos deja la segunda parte del proyecto, el Nature Discovery Garden, con veinticinco sensores científicos midiendo la adaptación de la vida silvestre al hábitat urbano. Sobre la marcha, con los oídos y los ojos bien abiertos, los chicos terminan descubriendo qué ruidos encierra el tronco de un árbol, cómo suena el fondo de un estanque, o cómo contribuyen los microorganismos y los insectos a velar por la fertilidad de la tierra.
Londres es también la ciudad de los 1000 parques
El celebrado biógrafo de los Beatles, Hunter Davies, un buen día se hizo una interesante pregunta: «¿Cuántos parques hay en Londres?«. Y decidido a explorar la inabarcable geografía de la capital del Reino Unido, hizo una lista de los espacios de más de 8 hectáreas y le salieron 370. Aunque el número de parques llega a los 1000, y las zonas verdes están alrededor de las 3.000, incluidos las reservas naturales, granjas urbanas, jardines comunitarios y frondosos cementerios que invitan a la exploración incluso en pleno invierno.
Por sus propias estimaciones, el área verde de Londres ocupa en torno al 60 % del espacio urbano. Ninguna gran ciudad con millones de habitantes se puede comparar, de ahí que Londres fuera distinguida en el año 2019 como la primera «Ciudad Parque Nacional» a nivel mundial.
Hunter Davies aseguró que los parques son sin duda la mayor gloria y la marca comercial de Londres. Davies se pasó un año de plena inmersión para escribir su personalísima guía, más los 60 que lleva paseando casi diariamente por su amado Hampstead Heath, el maravilloso oasis de 320 hectáreas al norte de Camden, distinguido también en el año 2020 como el primer «Parque del Silencio» del continente europeo.
Davies recordó que se puede recordar también que existen 230 teatros en Londres, un río imponente, el Támesis, que es el corazón de su historia y siete equipos de fútbol en la Premier. «Pero como decía el filósofo John Rushkin, que tiene un parque a su nombre en Denmark Hill, la medida de cualquier civilización son sus ciudades. Y la medida de las ciudades es la calidad de sus espacios públicos y son precisamente sus plazas y sus parques«.
Selección de once parques de Londres
Mil parques eran muchos, lo mejor era hacer una «selección» de 11, como en los equipos de fútbol. Comenzando por el primer Royal Park, St. James (gentileza de Enrique VIII) y termiando por el Parque Olímpico Reina Isabel (el «legado» de Boris Johnson), pasando por el «milagro» de Hyde Park en el corazón inmobiliario de la ciudad, la lejanía en el espacio y el tiempo de Greenwich, la inmensidad de Richmond con sus ciervos o el irresistible atractivo del Victoria Park, el primer «parque para la clase trabajadora» en el olvidado este de la ciudad.
Hunter Davies recordó que todo comenzó hace unos quinientos años, con los parques reales que eran verdaderamente grandes extensiones para la caza y la diversión de la realeza y la aristocracia. «La segunda etapa llega en la era victoriana, cuando incluso fue creado un comité parlamentario para investigar si los espacios públicos para pasear eran «una valiosa adición a la sociedad«, agregó.
La destrucción provocada en la ciudad por The Blitz, el bombardeo aéreo de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, dejó insospechadamente una tercera ola de espacios verdes como el Burguess Park, que surgió al sur del Támesis encima de las ruinas de cientos de edificios demolidos.
«Los parques se han extendido además en la capital británica debido a que la gente es muy localista y arraigada a su entorno«, enfatizó Hunter Davies. «La presión de la gente fue por ejemplo vital para evitar que Sir Thomas Maryon pudiera urbanizar parte de Hampstead Heath. Durante el siglo XIX, lo que había sido por tradición el barrio de las lavanderas se fue refinando y atrayendo a gente adinerada, y se puso de moda por sus baños termales«.