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Tal como si fuera una cápsula del tiempo, conservada para entregar un secreto a las próximas generaciones; fue abierta recientemente una de las últimas muestras lunares selladas que quedan de la era de Apolo.
Muestras lunares selladas bajo la custodia de la ARES
Bajo la cuidadosa dirección de curadores y procesadores de muestras lunares, en las instalaciones de la División de Investigación y Exploración de Astromateriales (ARES); perteneciente al Centro Espacial Johnson de la NASA en Houston, fue abierta una de las últimas muestras selladas de la época de Apolo.
Recolectada durante la misión Apolo 17, la valiosa muestra se encuentra bien conservada y cuidada; y servirá como un medio para conocer el registro geológico permanente del satélite natural de la Tierra, la Luna.
Antes de que llegue el momento en que la NASA regrese a buscar más muestras en la Luna, que será en el polo sur del satélite en las próximas misiones Aretemis; el programa Nueva Generación de Análisis de Muestras de Apolo (ANGSA), se encuentra estudiando varias de las últimas muestras lunares que la agencia mantiene selladas.
Estas muestras se conservan en perfecto estado; solo a la espera del día en que puedan ser examinadas por los investigadores con los métodos científicos y tecnológicos de última generación.
El administrador asociado de la Dirección de Misiones de la agencia, Thomas Zurbuchen; dijo que tienen la oportunidad de abrir la muestra de gran valor que ha permanecido guardada al vacío por 50 años. Y que finalmente podrán ver los tesoros que guarda.
Una de las muestras lunares de la época de Apolo será abierta
Por fin llegó el día para abrir la muestra 73001, la cual había sido sellada al vacío en la Luna y después fue resguardada en un segundo tubo protector externo al vacío; sumergido en un entorno tratado con nitrógeno, en las salas de procesamiento del laboratorio lunar localizado en el centro Johnson.
Durante el mes de diciembre del año 1972, los miembros de la tripulación, Eugene Cernan y Harrison Schmitt; recogieron el regolito lunar golpeando unas piezas delgadas y con formas cilíndricas para recoger muestras, o tubos perforadores, en el depósito de un derrumbe ubicado en el valle Taurus-Littrow de la Luna. Logrando captar capas de historia antigua para que los equipos las estudiaran profundamente.
La muestra 73001, está en la parte inferior de un tubo perforado. La parte superior de ese mismo tubo, corresponde a la muestra 73002; la cual volvió de la Luna dentro de un contenedor normal y sin ser sellada, y fue abierto en el año 2019. Los científicos de ANGSA vienen estudiando sus capas de suelo y pequeñas rocas; y estos se encuentran muy ansiosos por conocer qué contiene la mitad inferior del tubo.
El proceso ya había comenzado
Previo a que los científicos de ARES extrajeran el tubo perforado de la muestra 73001, se había hecho análisis exhaustivos en las instalaciones de la Universidad de Texas en Austin; donde fue utilizada la tecnología de tomografías computarizadas de rayos X, las cuales captaron imágenes en 3D de la composición de la muestra 73001.
El curador de las muestras perteneciente al programa Apolo, Ryan Zeigler; dijo que se trata del registro permanente de cómo se observa el material dentro de la muestra previo a ser sacado y seccionado en incrementos de medio centímetro. Y señaló también que el tubo perforado se encontraba bastante lleno, que se trata de una de las cosas que ellos aprendieron con las tomografías. Lo que generó una pequeña complicación en la manera en que en principio pensaban extraerlo, pero pudieron adaptarse utilizando imágenes.
Durante el pasado mes de febrero, los científicos primero se centraron en capturar cualquier gas que se encontrara dentro del tubo protector externo y, al final; a través de la perforación de contenedor interno, procedieron a extraer cualquier gas lunar presente en su interior.
Zeigler también dijo que llegaron a extraer gases de la muestra, con lo que esperaban ayudara a los científicos en el momento en que intenten entender la firma de los gases lunares analizando las diferentes alícuotas.
No hubo grandes sorpresas al abrir el obsequio
Las tomografías computarizadas y los análisis garantizaron que no se presentaran grandes sorpresas a la hora de abrir el regalo científico. Pero sí conllevaron a la creación de una hoja de ruta para la disección. Durante los días 21 y 22 de marzo, Juliane Gross, la curadora adjunta de las muestras de Apolo; logró hacer ensayos del proceso de extracción por medio de una maqueta de la muestra en el laboratorio localizado en el centro Johnson.
La curadora hizo una comparación del proceso de extracción con el ensamblaje de un mueble, aunque la limitación que presentaron sus brazos con esos enormes guantes de la caja sellada. Ya que la extracción de la muestra usando herramientas sofisticadas exigió un meticuloso grado de organización. Hicieron el procedimiento paso a paso, intentando no perder todas las piezas y tornillos tan diminutos, agregó Gross.
Lo que le pareció igual a la realización de un agotador entrenamiento físico, que le dejó sus brazos y hombros muy adoloridos; pero que todo valió la pena, aseguró la curadora.
Y emocionada dijo que son los primeros que realmente han logrado ver por primera vez este suelo. Y que eso es lo mejor del mundo, tal como un niño dentro de una tienda de dulces, dijo Gross.
Los aportes del programa Apolo y Artemis
El programa Apolo le proporcionó a la agencia la oportunidad de probar los métodos de muestreo que pensaban que iban a funcionar en la Luna; de acuerdo con el modo en que funcionaban en la Tierra, además de desarrollar dichos métodos con cada una de las misiones.
Por su parte, Zeigler dijo que las muestras terrestres y las lunares son muy distintas; por tal razón el equipo detrás de Artemis ya lo ha considerado al momento de diseñar sus herramientas. Y aseguró que no empezaron con el Apolo 11. No comenzaron desde cero. Empezaron con el Apolo 17 y con lo que realmente funcionaba mejor, y ahora mismo están avanzando desde ese punto hacia el programa Artemis, dijo.