Sabías que el intestino humano sirve como anfitrión de una orgía microscópica extrema. Es que, para lograr sobrevivir, los microbios del tracto digestivo humano tienen sexo entre ellos de manera frecuente; esto lo hacen con un solo objetivo, poder intercambiar sus secretos acerca de cómo sobrevivir a dosis mortales de antibióticos.
El choque bacteriano que ocurre dentro del intestino humano
Un equipo de investigadores perteneciente a la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign y la Universidad de California Riverside; en la actualidad ha aprendido hasta dónde puede llegar el choque bacteriano, hallando intercambios que van más allá de lo que se conocía antes.
Por supuesto que ya se sabía que las bacterias no poseen genitales; sin embargo, técnicamente “sexo” en términos biológicos, se refiere a cualquier proceso donde se intercambie material genético.
En el momento en que se forme una unión temporal con otro microbio en el intestino humano, una bacteria es capaz de transferir sus genes a otra; y no tiene que ser necesariamente de la misma especie.
Todo lo que la bacteria tiene que hacer es presentar un tubo, conocido como pilus; y luego adherirse a otra célula, lanzando un paquete transferible de ADN, denominado elemento genético móvil justo en el instante en que esté listo.
Un hallazgo que tiene muchos años
Hace más de setenta años que fue descubierto el sexo bacteriano, en momentos en que los científicos notaron que esta transferencia horizontal de genes era manera en que las bacterias compartían sus genes de resistencia a varios antibióticos; con lo que los microbios lograban propagar la resistencia a los antibióticos.
En la actualidad, ha quedado suficientemente claro que el sexo entre las bacterias no solamente ocurre cuando las bacterias se ven atacadas. El sexo bacteriano en el intestino humano ocurre todo el tiempo; además, muy posiblemente esto forme parte de lo que mantiene nuestro microbioma en forma y tan saludable.
Y un nuevo estudio ahora ha llegado a identificar qué genes los microbios realmente comparten cuando tienen sexo. La investigación se llevó a cabo entre un filo de bacterias intestinales, denominadas “Bacteroidetes”, que conforman hasta el 80 % del microbioma de los seres humanos y se trata de importantes digestores.
El intestino humano sería atravesado por las moléculas de las patatas y de las judías
El microbiólogo Patrick Degnan, de la Universidad de California Riverside; explicó que las moléculas grandes de forma alargada de las judías, las patatas, los cereales integrales y de las verduras podrían atravesar nuestro cuerpo completamente si no estuvieran presentes estas bacterias. Ellas se encargan de descomponer dichas moléculas para que las personas puedan recibir la energía de estos alimentos, agregó el científico.
Sin embargo, para poder colonizar el intestino humano y ayudar en la descomposición de los carbohidratos; estas bacterias tienen que competir por recursos limitados encontrados en el intestino grueso. Entre estos recursos están la vitamina B12 y otros compuestos vinculados, que intervienen en el impulso del metabolismo y en la síntesis de proteínas de los microbios.
La gran mayoría de las bacterias dentro del intestino no poseen la capacidad de sintetizar dichos compuestos clave por sí mismas; lo que significa que deben absorber todo lo que les sea posible de su entorno. Y para que eso pueda ocurrir, es mejor tener los genes listos para un sistema eficiente de transporte de vitamina B12.
Tanto en modelos de ratones vivos como en placas de Petri; los científicos recientemente han logrado identificar los transportadores de vitamina B12 que son compartidos por medio del sexo bacteriano.
Degnan, dijo en este sentido que se sienten muy entusiasmados con la investigación, ya que muestra que el proceso no se genera solamente para la resistencia a los antibióticos. Y que es muy probable que el intercambio horizontal de genes que se lleva a cabo entre las bacterias se utilice para cualquier cosa que eleve su capacidad de supervivencia; incluyendo al intercambio de genes para transportar la vitamina B12, agregó el científico.
Las bacterias son poco exigentes con sus parejas
En el momento en que los investigadores colocaron dos bacterias intestinales sobre un plato en el laboratorio; pudieron notar que el organismo que no podía sintetizar los sistemas de transporte de B12 procedieron a conectarse con la bacteria que sí lo podía sintetizar. Y cuando el pilus cerró la brecha entre los dos organismos, la bacteria “receptora” pudo desempacar su valiosa carga.
Luego del experimento, los científicos analizaron el genoma del microbio receptor, que todavía estaba vivo, y hallaron que había incorporado una banda extra de ADN del donante.
Algo muy similar ocurrió entre los ratones vivos. Cuando los científicos administraron dos formas de “Bacteroidetes” a un roedor, una que tenía los genes para la transferencia de B12 y otra que no; observaron que los genes de la primera habían dado un salto a la segunda luego de 5 a 9 días. Degnan comentó que era algo parecido a que dos humanos tuvieran sexo y ahora los dos tienen el pelo rojo.
Los investigadores señalaron que una segunda ronda de transferencia de genes, entre “Bacteroidetes” de la misma especie; se dio un poco más rápido que la primera, la que ocurrió entre dos especies distintas.
Los resultados encontrados sugieren que puede existir una pequeña “barrera entre especies” en lo que se refiere al sexo entre bacterias. Sin embargo, dicha barrera no se parece a lo que se observa en los mamíferos, en los que una especie solamente puede reproducirse con otra de su misma especie.
Al parecer, las bacterias no son tan exigentes con sus parejas, por ello los estómagos humanos deben estar muy agradecidos por su promiscuidad.