Los delfines tienen un lado oculto del que poco o nada se habla, que se remonta a millones de años, cuando sus antepasados caminaban sobre la tierra.
Los delfines siempre apoyando la humanidad
Aunque lo más probable es que esto no sea cierto, la historia cuenta que Robert Louis Stevenson tuvo un sueño, o más bien una pesadilla, en la que un médico aparecía realizando experimentos con el órgano venenoso del ser humano. De esta manera, Legend quería que Stevenson escribiera una historia innovadora que explorara la dualidad de la naturaleza humana. El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde fue publicado en el año 1886 por primera vez.
Desde entonces, siempre ha sido un espejo a la hora de señalar el lado oscuro, nuestra naturaleza inquieta; un cambio que podemos volcar al mundo animal, y en especial a los delfines. Estos animales sociables y sociables aparecen incluso en las primeras historias de nuestra civilización, cuando nos enteramos de que Apolo en forma de delfín para atraer a un barco cretense lleno de mercaderes se convirtió en el sacerdote de un santuario llamado Delfos, al parecer llamado así por la transformación de Apolo en delfín.
Pero dejando de lado los mitos, hay muchas historias de divertidos rescatadores de delfines que nos presentan como el mejor amigo del hombre. Sin entrar en demasiados detalles, hace unos años, una manada de delfines formó un círculo protector alrededor de un nadador para protegerlo de un ataque de un gran tiburón blanco frente a las costas de Nueva Zelanda. En Manfredonia, un delfín salvó la vida de un joven de 14 años, él había caído de un barco y no sabía nadar. Para sorpresa de todos, el niño fue salvado por un delfín y regresado al barco sano y salvo.
Los juegos siniestros de los delfines
Sin embargo, los delfines también tienen un lado oscuro, un lado del que hoy en día hablamos poco o nada, y que se remonta a millones de años, cuando los ancestros de los delfines caminaban sobre la tierra. Porque todos los crustáceos son descendientes de mamíferos terrestres. Extraemos ciertas hipótesis de este mundo perdido. Por un lado, hablamos de los mesoniquios, unos mamíferos carnívoros con apariencia de lobo que decidieron evolucionar dándose un chapuzón en el océano. Por otro lado, la hipótesis más certera, derivada de la genética de ambas especies, es la de que los delfines son descendientes de ungulados de pezuña hendida, cuyo pariente más cercano puede ser el hipopótamo.
Haciendo caso omiso del árbol genealógico de estos amigables mamíferos, se podría argumentar que el desarrollo cerebral de estos simpáticos mamíferos se originó a partir de la crueldad humana; especialmente cuando se practican juegos siniestros como jugar al fútbol con peces globo o con niños de la misma especie hasta matarlos. Al igual que los humanos, los delfines buscan el sexo como entretenimiento. Para entretenerse, se reúnen en grupos y acosan a las hembras de la misma especie.
Por estos motivos, además de la mesoniquia y el artiodáctilo, se puede encontrar el eslabón perdido entre los delfines y los humanos. Quizás la inconsciencia de Robert Louis Stevenson lo encontró una noche de fiebre y pesadillas, llegando al inframundo de un mundo perdido en la noche del tiempo. Hacha de Piedra, es un episodio en el que Montero Gleize, ávido de prosa, lanza su mordaz ataque a la realidad científica para mostrar que la ciencia y el arte son formas complementarias de conocimiento.