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El documento “Los Límites del Crecimiento”, publicado ya hace cincuenta años, informó acerca de la evolución ambiental y la salud de la Tierra. Donde se advertía sobre el agotamiento de los recursos naturales de nuestro planeta propiciado por la voracidad desarrollista. El informe fue tachado de catastrofista por algunos y de hito en la concienciación por otros.
“Los Límites del Crecimiento” una voz de alerta para salvar nuestro planeta
Con el informe “Los Límites del Crecimiento” se daba inicio a un debate sobre la sostenibilidad de la civilización industrial que crisis energética en la actualidad está poniendo al rojo vivo.
Según las Naciones Unidas (ONU), este 2022 nuestro planeta contará con 8.000 millones de habitantes. Al récord poblacional se le agrega otro récord sobre el consumo de recursos naturales; como nunca antes los humanos están devorando tanta madera, electricidad, carne, pescado e hidrocarburos.
Tampoco nunca antes se había registrado tanta liberación de CO2 al ambiente y fijación de nitrógeno en el suelo de la Tierra. Entre otros registros sin precedentes se encuentran: récords de deforestación, temperaturas y contaminación acuática. Y no para de crecer la factura que todo esto le está pasando a la salud humana y al ecosistema.
El informe “Los Límites del Crecimiento” está más vigente que nunca
Los crudos números inyectan actualidad y vigencia a “Los Límites del Crecimiento”. Este documento hacia un diagnóstico sobre la salud de la Tierra, que en el año 1972 logró sacudir con un ruidoso aldabonazo a la opinión pública mundial.
En algo más de 100 páginas y con un lenguaje bastante claro, el informe advertía de que, en un tiempo relativamente corto; el ecosistema del planeta probablemente sería incapaz de soportar las altísimas tasas de crecimiento demográfico y económico en curso, por más logros en el campo tecnológico se alcanzaran.
El documento planteaba en el marco del capitalismo un “crecimiento cero” para atajar el colapso, hasta alcanzar el equilibrio ecológico. Elaborado por un equipo de 17 expertos del MIT o Massachusetts Institute of Technology de EEUU; liderado por el matrimonio de Dennis y Donella Meadows. El hecho de que formaran parte del MIT no era un dato menor, ya que se trataba de un centro neurálgico del optimismo tecnológico.
El equipo de expertos estaba patrocinado por el “Club de Roma”, un foro cosmopolita de empresarios e intelectuales impulsores de la reflexión colectiva acerca de la perspectiva mundial. Por tal motivo encargó una serie de informes; el primero (y más famoso) ahora mismo está cumpliendo cincuenta años.
Cuáles serían los posibles escenarios
Con el apoyo del modelo informático World3, los expertos proyectaron en el futuro cinco variables, a saber: población, consumo per cápita, producción industrial y agrícola, agotamiento de recursos naturales y niveles de contaminación.
De esta manera obtuvieron 12 escenarios que podrían suceder entre 1972 y 2100 en función de como se actuase sobre el ecosistema.
El primero de estos escenarios anticipaba una terrible crisis ambiental a inicios del siglo XXI si no se tomaban las medidas pertinentes. El segundo preveía la duplicación de los recursos disponibles y retrasaba la crisis unas cuantas décadas. El resto de los escenarios mostraban posibles impactos de la ralentización del crecimiento económico, el control demográfico, la mayor vida útil de los productos, el reciclado, una menor contaminación y la recuperación de suelos.
El modelo informático World3 no había salido de la nada. Poco tiempo previo a su diseño se había empezado a introducir en el cálculo económico la ley de entropía; la cual es un concepto de la física que señala que todas las transformaciones de materia en energía son inferiores al 100 % y conllevan al incremento de la desorganización y la escasez.
Además, se hallaba la influencia de la teoría de sistemas; que es un modo de conceptualizar diferentes áreas de la realidad social y física como totalidades limitadas cuyas partes se encuentran inextricablemente relacionadas.
En el informe “Los Límites del Crecimiento” se aplicó una versión de esta teoría, se trató de la dinámica de los sistemas ideada por el experto informático Jay Forrester; con la idea de hacerla operativa a través de computadoras.
En un buen momento
Las innovaciones teóricas en aquel momento se encuadraban en un contexto propicio. En esa época irrumpía el ecologismo y una nueva percepción de los vínculos humanos/naturaleza se cuajaban desde que “Primavera Silenciosa” del año 1962 de Rachel Carson, acusó de la desaparición de la fauna a los insecticidas; también los activistas empezaron a oponerse a los test nucleares.
Para tener una idea más clara de aquel clima de opiniones que reinaban en ese momento, se recuerda la creación en 1970, de la Agencia de Protección Ambiental o EPA; llevada a cabo por el presidente de EEUU Richard Nixon, quien fue un astuto conservador dispuesto a aprovechar las temáticas con tirón popular.
Por otro lado, el “Los Límites del Crecimiento” tuvo repercusión a nivel mundial; en los subsiguientes años se vendieron más de doce millones de ejemplares del informe en 37 idiomas.
Con la proclamación teórica de los limites de los recursos naturales, el documento socavó el dogma de que el avance tecnológico y el mercado solventarían la escasez de materias primas y el deterioro ecológico.
Su planteamiento sobre la finitud del planeta causó una conmoción comparable a la provocada en el siglo XVI por la tesis de que el Sol no es el centro del universo. En plena explosión económica y tecnoeuforia por el alunizaje de 1969; el informe abrió un debate acerca de la capacidad del ecosistema para poder soportar un constante desarrollo que no pararía de aumentar su intensidad.
Como si fuera un disparate irresponsable
A poco tiempo de la publicación del “Los Límites del Crecimiento”, el economista de EEUU Henry Wallich lo calificó de “ejemplo de disparate irresponsable”, señalando la hostilidad con que su gremio recibió el ataque a su ideal fundamental.
Por su parte, la izquierda ortodoxa, sobre todo los comunistas; se opuso debido a que el problema no radicaba en el crecimiento sino en la desigualdad en la distribución de sus frutos, según su punto de vista.
También la iglesia católica rechazó totalmente el documento debido a su postura a favor del control de la natalidad. Y el presidente de EEUU Ronald Reagan lo atajó al declarar que, “no existían grandes límites al crecimiento en el momento en que los hombre y mujeres son libres para ir tras sus sueños”.
Aunque la prensa le dio una recepción más favorable, de manera especial desde la crisis del petróleo de 1973; la cual parecía anticipar sus escenarios de escasez. Y varios futurólogos (una pequeña minoría de científicos y ecologistas) también lo acogieron de buena manera. Mientras que la clase política casi no le prestó atención.
Algunas predicciones que no se cumplieron, ¿o sí?
Con el pasar del tiempo, los detractores del informe se cebaron con sus previsiones. En el año 1989, el transhumanista Ronald Bailey acusó al documento de haber predicho de manera equivocada que, “el oro se terminaría en 1981, así como el mercurio se acabaría en 1985, el estaño en 1987, el petróleo en 1992; mientras que el plomo, el cobre y el gas natural se terminarían en 1993”.
Por su parte, el ecoescéptico Björn Lomborg, aseguró que no hay limites predeterminados al crecimiento y que el principal recurso, que es el ingenio del ser humano, nunca se agotará. En lugar de agotarse, las reservas minerales se han multiplicado (las de petróleo gracias al fracking, por ejemplo, se han cuadriplicado). Y terminó diciendo Lomborg que, el diagnóstico de Meadows y equipo produjo una cantidad espectacular de predicciones fallidas y trajo a la discusión pública problemas y soluciones equivocadas.
Mientras que la otra cara de la moneda, cree que el documento “no hace predicciones, sino proyecciones exploratorias. Se trata de una razonable clausula de precaución, pero solo los expertos la toman en serio”, afirmo Ernest García, un sociólogo de la Universidad de Valencia.
García señaló que ciertas previsiones sí llegaron a cumplirse. Como las impresionantes 380 partes de CO2 por millón que se registraron en la atmosfera, tal como lo estimó el informe para el 2000, pero que fueron alcanzadas en el 2005.