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El síndrome de Ulises va más allá del duelo de los inmigrantes. Se trata de una enfermedad
mucho más profunda y compleja que provoca síntomas físicos y perjudica la calidad de vida de
los afectados. No obstante, los inmigrantes cargan con el duelo inmigrante durante toda su
vida sin desarrollar el Síndrome de Ulises en la mayoría de los casos.
Síndrome de Ulises, presente en la vida del migrante
De hecho, el dolor clásico de los inmigrantes nunca desaparece y, a pesar de las dificultades,
puede volverse más presente.
¿Hay personas más susceptibles a ello? Algunas personas son más susceptibles a este síndrome, especialmente aquellas que han migrado por motivos forzosos, como huir de conflictos armados, inestabilidad política o crisis humanitarias. Además, las personas que reciben menos apoyo social en el país de acogida pueden ser más susceptibles a desarrollar el síndrome.
¿Cómo afrontar este síndrome? Hay muchas medidas que se pueden tomar y todos podemos
apoyar a los afectados desde nuestra propia perspectiva. Si se está ante estos síntomas o se siente
cualquier sospecha se debe buscar ayuda psicológica para obtener un diagnóstico y
posiblemente solucionar el problema.
El apoyo psicológico también es necesario para que los afectados puedan expresar sus sentimientos, aprender estrategias de afrontamiento y desarrollar resiliencia. El objetivo principal es lograr la integración con el nuevo entorno.
Pero no se pueden pasar por alto otras medidas sociales muy efectivas, como estrategias para
hacer nuevos amigos, actividades que potencien la autoestima, establecer objetivos de
desarrollo personal y profesional, y mucho más.
¿Cuánto tiempo puede durar esto? El síndrome de Ulises se diagnostica cuando los síntomas duran más de tres meses y la duración puede variar mucho de persona a persona. Si se trata inmediatamente, no durará más. De hecho, tras más de seis años de vivir en el nuevo país, el número de casos entre inmigrantes ha disminuido significativamente.
El síndrome de Ulises es una condición psicológica
Con el tiempo, parecen encontrar más estabilidad y adaptación. Sin embargo, si no se trata o
en casos graves, el síndrome de Ulises puede durar más y complicarse con otros problemas de
salud mental como depresión, ansiedad, etc. Por tanto, es necesario que los afectados y la
sociedad en su conjunto sean conscientes de los desafíos a los que se enfrentan los migrantes
y refugiados y les proporcionen el apoyo adecuado para facilitar su integración y adaptación a
nuevos entornos.
Debemos darnos cuenta de que los movimientos migratorios están cambiando nuestra
sociedad de manera positiva y seguirán aumentando cada día, porque la migración también es
necesaria y contribuye al desarrollo de la sociedad moderna.
Sin embargo, también debemos brindar respuestas y soluciones a estos grupos para que no se conviertan en problemas de salud pública. La empatía, la comprensión y el acceso a recursos psicosociales pueden marcar una gran diferencia para superar el Síndrome de Ulises. Numerosas personas se ven obligadas a abandonar sus países de origen en todo el mundo.
Tanto es así que puede desencadenar el desarrollo del síndrome de Ulises, una condición
psicológica también conocida como síndrome del emigrante con estrés crónico y múltiple que
se caracteriza por un intenso malestar emocional en quienes se han visto obligados a huir de
su entorno familiar en circunstancias extremas.
Lo comentamos con la experta en el tema Angie Bru, médica y fundadora de la academia Angie Bru. Desde el año 2002, el brillante psiquiatra y especialista en inmigración español Joseba Achotegui describe un cuadro psicológico muy común en las personas que migran.
Factores estresantes que desarrollan el síndrome de Ulises
Ella llama a este cuadro psicológico síndrome de Ulises. Se refirió a ello como el síndrome de
Ulises, llamado así por la figura mitológica griega que Homero describe en La Odisea y que
atravesó un viaje prolongado y difícil mientras lidiaba con circunstancias espantosas y sufría
mucho.
El objetivo de Achotegui era visibilizar el sufrimiento de las más de 800.000 familias en
esta situación en España y de millones en todo el mundo para concienciar a los profesionales
médicos y permitirles atender mejor a estas personas. Es un trastorno de estrés grave, no una
enfermedad mental.
Ahora también se lo conoce como síndrome de estrés crónico del inmigrante y describe la
experiencia psicológica, emocional y física que enfrentan algunas personas que emigran a otro
país, particularmente cuando sus orígenes se encuentran en contextos culturales y
socioeconómicos diferentes o sufren una migración forzada.
El síndrome de Ulises en el inmigrante surge de factores estresantes que van mucho más allá de las tensiones típicas de la adaptación cultural. La probabilidad de desarrollar este síndrome entre los inmigrantes que atraviesan crisis en curso es muy alta.
Esta desafiante experiencia mezcla la adaptación a una nueva realidad con la nostalgia por lo
que quedó atrás, provocando una búsqueda constante de identidad y oportunidades en una
tierra extranjera. Causas como el choque cultural, el estrés migratorio, la nostalgia por la
familia en el país de origen, los sentimientos de impotencia y la sensación de estar atrapado
entre dos mundos diferentes contribuyen a esta experiencia desafiante.
Un duelo migratorio
Existen muchas manifestaciones emocionales diferentes, pero la característica que establece
un diagnóstico es la presencia de síntomas físicos. ¿Cómo se muestra, cuáles son los rasgos
que podemos observar en quienes lo padecen? Los vínculos entre familiares, los amigos y la
nostalgia son síntomas psicológicos destacados de la pérdida de la tierra natal.
También están presentes sentimientos de culpa por abandonar a la familia y la obligación de mantenerla, así como sentimientos de soledad y aislamiento social. En cuanto a los síntomas físicos, muchas personas tienden a experimentar agitación, ansiedad, migrañas, cefaleas tensionales, insomnio, dolores musculares, agotamiento, miedo, pérdida de apetito y un malestar general mal definido.
La depresión puede resultar de un trastorno psicosomático grave que se desarrolla si estos
síntomas no se tratan. El síndrome de Ulises está asociado con lo que se conoce como duelo
migratorio porque las personas que emigran pueden experimentar una pérdida importante en
cuanto a su identidad cultural, sus relaciones y el entorno al que estaban acostumbrados.
Pero el síndrome de Ulises va más allá del duelo de los inmigrantes. Se trata de una enfermedad
mucho más profunda y compleja que provoca síntomas físicos y perjudica la calidad de vida de
los afectados.
Por su parte, los inmigrantes cargan con el duelo inmigrante durante toda su vida sin
desarrollar el Síndrome de Ulises en la mayoría de los casos. De hecho, el dolor clásico de los
inmigrantes nunca desaparece y, a pesar de las dificultades, puede volverse más presente.
¿Hay personas más susceptibles a ello? Algunas personas son más susceptibles a este
síndrome, especialmente aquellas que han migrado por motivos forzosos, como huir de
conflictos armados, inestabilidad política o crisis humanitarias.
Un padecimiento que se supera
Además, las personas que reciben menos apoyo social en el país de acogida pueden ser más
susceptibles a desarrollar el síndrome.
¿Cómo afrontar este síndrome? Hay muchas medidas que se pueden tomar y todos podemos apoyar a los afectados desde nuestra propia perspectiva. Ante la aparición de estos síntomas o cualquier sospecha se debe buscar ayuda psicológica para obtener un diagnóstico y posiblemente solucionar el problema. El apoyo psicológico también es necesario para que los afectados puedan expresar sus sentimientos,
aprender estrategias de afrontamiento y desarrollar resiliencia. El objetivo principal es lograr la
integración con el nuevo entorno.
Pero no se pueden pasar por alto otras medidas sociales muy efectivas, como estrategias para
hacer nuevos amigos, actividades que potencien la autoestima, establecer objetivos de
desarrollo personal y profesional, y mucho más.
¿Cuánto tiempo puede durar esto?
El síndrome de Ulises se diagnostica cuando los síntomas duran más de tres meses y la duración puede variar mucho de persona a persona. Si se trata inmediatamente, no durará más. De hecho, tras más de seis años de vivir en el nuevo país, el número de casos entre inmigrantes ha disminuido significativamente. Con el tiempo, parecen encontrar más estabilidad y adaptación.
Sin embargo, si no se trata o en casos graves, el síndrome de Ulises puede durar más y
complicarse con otros problemas de salud mental como depresión, ansiedad, entre otros.
Por tanto, es necesario que los afectados y la sociedad en su conjunto sean conscientes de los
desafíos a los que se enfrentan los migrantes y refugiados y les proporcionen el apoyo
adecuado para facilitar su integración y adaptación a nuevos entornos.
Debemos darnos cuenta de que los movimientos migratorios están cambiando nuestra sociedad de manera positiva y seguirán aumentando cada día, porque la migración también es necesaria y contribuye al desarrollo de la sociedad moderna.
Sin embargo, también debemos brindar respuestas y soluciones a estos grupos para que no se conviertan en problemas de salud pública. La empatía, la comprensión y el acceso a recursos psicosociales pueden marcar una gran diferencia para superar el síndrome de Ulises.