La dieta nórdica se ha convertido en una de las dietas más sonadas en internet actualmente. Lo cual se debe principalmente a los beneficios que aporta a nuestra salud; llegando a ser incluso mejor que la dieta mediterránea. Razón por la cual expertos y científicos han comenzado a sugerir que debería practicarse con mayor regularidad en la población mundial.
La dieta nórdica está centrada en los alimentos tradicionales de los países nórdicos. Estos alimentos básicos están constituidos por cereales integrales como la cebada, el centeno y la avena; tubérculos como los nabos, las zanahorias y las remolachas; todas las frutas en especial las bayas; pescados grasos como el atún, el salmón y la caballa; lácteos bajos en grasa y las legumbres.
¿De dónde surgió la dieta nórdica?
Si bien, la dieta mediterránea tiene una larga tradición desde su creación, y se ha demostrado en diversos estudios que aporta muchos beneficios para la salud, la dieta nórdica fue desarrollada por un comité de profesionales expertos en alimentación y nutrición, en conjunto con historiadores de la alimentación, chefs y ecologistas y publicada por primera vez en el año 2010.
Esta idea surgió con el objetivo de mejorar las pautas dietéticas en los países nórdicos de forma más sostenible con el medio ambiente; a la vez que se trataba de construir una identidad local que estuviera directamente vinculada a la gastronomía y la cultura nórdica.
De igual forma, la dieta nórdica tiene muchas similitudes con la dieta mediterránea. Puesto que se basa en la ingesta de más alimentos integrales y la menor cantidad posible de alimentos procesados; incentivando a las personas a consumir más verduras y hortalizas y menos carne roja.
El consumo de alimentos autóctonos
La dieta nórdica busca promover el consumo de una amplia gama de alimentos que se encuentren en la localidad de los países nórdicos. Como es el caso de las semillas, musgos, hierbas y verduras que pueden creer de manera silvestre. Por esta razón se practica más el consumo de frutos rojos como los arándanos y no de cítricos tropicales, ya que no son propios de estas tierras. No obstante, aunque la mayor parte de esta dieta y la mediterránea está compuesta de plantas, los tipos que se consumen de estas son muy diferentes.
Un ejemplo de ello se puede ver en las algas marinas, las cuales son ricas en nutrientes como el yodo, la vitamina D y ácidos grasos omega-3 y pueden encontrarse en las localidades nórdicas. Mientras que, en la dieta mediterránea, las personas incluyen verduras de hoja como las espinacas y la lechuga, así como los tomates, cebollas y calabacines que son autóctonos de la región.
Estudios realizados en la dieta mediterránea y la nórdica
La dieta desarrollada para los países nórdicos es relativamente nueva, por lo tanto, no se ha podido determinar si reduce el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. En cambio, los investigadores han podido estudiar la dieta mediterránea en diversas oportunidades desde las décadas de 1950. Por lo que se tiene una mejor comprensión de sus vínculos con un menor riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes tipo 2, problemas cardíacos e incluso algunos tipos de cáncer.
No obstante, pese a su poca trayectoria de investigación, algunos estudios realizados que han analizado en retrospectiva los hábitos alimenticios de las personas detectaron que los individuos que consumían dietas similares a la nórdica, tendían a estar más saludables. Tales estudios descubrieron que los patrones de alimentación nórdicos se asociaban con un riesgo menor de padecer diabetes tipo 2 en habitantes de países nórdicos. Sin embargo, es importante señalar que la relación entre un menor riesgo de padecer enfermedades y las dietas nórdicas es menos fuerte en personas de otros países.
El inconveniente con estos estudios de población que se hicieron es que se enfocaron en un patrón dietético que, técnicamente no existía. Puesto que no fue definido hasta después de que participasen en las evaluaciones. Lo que deja la posibilidad de que los participantes del estudio no siguieran la dieta nórdica de manera deliberada, complicando el hecho de poder definir si los beneficios para la salud que se detectaron se debieron a la dieta en sí.
Beneficios de la dieta nórdica
Otras investigaciones han demostrado que algunos de los alimentos básicos que constituye la dieta nórdica, tales como los cereales integrales o el pescado, se relacionan por sí mismos con un mejor estado de salud; incluyendo la reducción del riesgo de enfermedades cardiovasculares. Lo que quiere decir que, combinar estos alimentos, siguiendo la dieta, podría ofrecer beneficios parecidos para la salud de quien la practique.
Pero la dieta de los países nórdicos no sólo se trata de mejorar la salud de las personas; puesto que también fue creada para contribuir a la preservación de nuestro planeta, al promover el consumo de alimentos locales y sostenibles.
Aunque esto también tiene sus desventajas, como por ejemplo el precio, que representa una de las principales barreras que impiden que la dieta sea practicada de forma masiva. Si se llegase a superar esta barrera, la dieta nórdica podría convertirse en una manera de alimentación más sostenible para esos países, al igual que una dieta de proximidad para otras poblaciones.
¿Puede reducir factores de riesgo en la salud?
Por otro lado, una reciente revisión de una serie de estudios acerca de la dieta nórdica encontró que la dieta puede reducir algunos factores de riesgo como el colesterol LDL o el peso. Aunque no se detectaron mejoras sobre el colesterol total o la presión arterial. Es probable que aún sea demasiado temprano para determinar si la dieta de los países nórdicos genera beneficios para la salud a largo plazo. Pero de acuerdo con las investigaciones que se han realizado hasta el momento, parece ser una dieta muy prometedora en términos de salud.
Ingerir alimentos comunes a las dietas mediterránea y nórdica, como las legumbres, verduras, cereales integrales, verduras, pescados y frutas y la reducción del consumo de carnes rojas y alimentos procesados; puede considerarse como la base de una dieta saludable. Si a esto le sumamos una variedad de alimentos principalmente de origen vegetal, sería un gran paso no solo para mejorar los hábitos alimenticios humanos, sino también una ayuda para nuestro planeta.