El hierro hemo es considerado como beneficioso, pero también tiene su lado oscuro, el de los riesgos para nuestra salud, un lado que la ciencia viene estudiando desde hace algún tiempo.
«Prefiero el hierro hemo antes que el no-hemo de los vegetales»
Frases como: “el hierro hemo es mejor, porque se absorbe mejor, no como el no-hemo de los vegetales, que no es igual de bueno”, “no puedo dejar de comer carne porque necesito hierro”, o “la carne es un alimento imprescindible para la prevención de la anemia, porque tiene hierro hemo, el que se absorbe”. Las hemos escuchado tantas veces, pero no se ajustan a la verdad.
Veamos, el hierro hemo tiene una casa A, una cara de buena biodisponibilidad, y una cara B menos conocida. Aquí vamos a hablar justamente de esa cara oscura del hierro hemo.
El pasado mes de agosto fue publicado un estudio que cuenta que el hierro hemo, que está presente en la carne roja y en otros alimentos de origen animal, se vincula de manera importante con un mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2. No se trata de algo nuevo, pero no es muy frecuente que el asunto salte de los círculos profesionales a lo popular, como ha ocurrido en este caso.
A mucha gente le ha extrañado que existe una relación tan estrecha entre el hierro hemo y la diabetes, que por lo general esta enfermedad está vinculada con el consumo excesivo de azúcar, y no se nos hubiese ocurrido relacionarla nunca con la carne.
¿Qué ha cambiado en el hierro hemo?
Antes que todo daremos una pequeña explicación sobre el hierro dietético. Este es un tipo de hierro que hallamos presente en la sangre y tejidos de los animales principalmente. Es verdad que este tipo de hierro tiene la propiedad de poder ser absorbido con mayor facilidad que el hierro no-hemo, que es el que se encuentra de forma abundante en los vegetales. Este punto se ha utilizado como justificación para que la gente consuma más carne o alimentos de origen animal para prevenir la anemia o solo para tener unos buenos niveles de hierro, asegurando siempre que la absorción del hierro hemo es lo deseable, pero esa no es la historia completa.
El hierro hemo también tiene una cara B, y esta se refiere a un importante compuesto oxidativo, y es precisamente ese estrés oxidativo que causa lo que conlleva a una inflamación y daños en el ADN al vincularse a radicales libre. Por lo que se relaciona con un mayor riesgo de sufrir una cantidad considerable de enfermedades, como cáncer, aterosclerosis, endometriosis y diabetes tipo 2.
Más hierro hemo, más estrés oxidativo
La capacidad oxidativa del hierro hemo, en un contexto de consumo bajo de alimentos de origen animal, no representa un problema porque está en niveles manejables. Pero cuando la persona está en una situación como la actual, donde el consumo es muy elevado (no solo diario, sino de muchas veces al día), puede llegar a ser un verdadero problema para la salud. Mientras que el cuerpo sí tiene mecanismos para regular la absorción del hierro no-hemo, y además se ve afectado por otros componentes de la dieta que potencian o minimizan su absorción, el hierro hemo se absorbe sin esa regulación, y una gran cantidad en las comidas aumenta los depósitos y en consecuencia aumenta también el estrés oxidativo del que ya hemos hablado.
Los expertos aseguran que la baja presencia de hierro hemo en las dietas vegetarianas es una de las variables que puede explicar el por qué de la menor incidencia de algunas patologías en el colectivo y además la mejoría de algunas enfermedades como la diabetes cuando se tratan con dieta vegetal. A parte de otros factores relevantes, como por ejemplo la mayor presencia de fitoquímicos o el mayor aporte de fibra.
Las reservas de hierro un poco más bajas que posee la población vegetariana y se han utilizado de forma reiterada para nombrarlas como una debilidad de esta clase de dieta, pero realmente son protectoras y disminuyen el riesgo de varias de las patologías más comunes en nuestra sociedad.
La investigación publicada en agosto señala que debería revisarse la tendencia de agregar hierro hemo a las alternativas vegetales a la carne para mejorar sus características organolépticas, justamente por todo lo dicho anteriormente.
El consumo de carne puede aumentar el riesgo de diabetes tipo 2
Un nuevo metaanálisis ha salido a la luz recientemente, en el que se investiga especialmente la relación que existe entre el consumo de carne y el riesgo de sufrir diabetes tipo 2 en 31 cohorte de veinte países, en las que participaron aproximadamente 2 millones de personas, con un seguimiento medio de 10 año.
De acuerdo con este trabajo, la ingesta de cincuenta gramos de carne roja procesada al día o de cien gramos de carne roja no procesada se relaciona con un 15 por ciento más de posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2, mientras que con el consumo de carne blanca el riesgo aumenta un 8 por ciento. Todo esto con relación a un individuo que no consuma carne. El metaanálisis identificó varios factores que explicarían dicha relación, siendo precisamente uno de esos factores el contenido en hierro de la carne.
Entonces, si tenemos presente todo lo dicho anteriormente, continuar con el mensaje simplista de que el hierro hemo es bueno debido a que se absorbe mejor y es malo el hierro de los alimentos de origen vegetal, además de alentar la premisa de consumir más carne, es una recomendación que no está bien adaptada a la evidencia científica.
Otros estudios que refuerzan el vínculo entre el hierro hemo y la diabtes tipo 2
Hace más de una década que la ciencia viene hablando de la relación entre los niveles altos de hierro y de ferritina (proteína que se encarga de almacenar y transportar el hierro) con un mayor riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2. Los mecanismos se han ido identificando cada vez mejor y esta última investigación, con una muestra de informes dietéticos de más de doscientas mil personas a lo largo de 36 años, refuerza todavía más ese vínculo.
En este sentido el investigador principal del estudio, Fenglei Wang, dijo en la nota de prensa de la Escuela de Salud Pública de Harvard que, en comparación con trabajos anteriores, que se fundamentaban solo en datos epidemiológicos, esta vez se integraron múltiples capas de información, incluidos biomarcadores metabólicos convencionales y metabolómica de vanguardia. (…) Esto le permitió a los científicos alcanzar una comprensión más completa de la asociación entre la ingesta de hierro y el riesgo de diabetes tipo 2, al igual que las posibles vías metabólicas subyacentes a esta asociación, agregó Wang.
No siempre se supera una anemia ferropénica aumentando el consumo de carne roja
Está claro que es importante mantener unos niveles de hierro apropiados más unas reservas prudentes en nuestro cuerpo. Pero aumentar el consumo de carne para ello no es una recomendación prudente. Atención, no solo es un exceso patológico de hierro el que se asocia a un riesgo alto de desarrollar diabetes de tipo 2, sino que ese riesgo está también dentro de rangos considerados normales, que posiblemente es momento de revisar y ajustar.
Una anemia ferropénica muy pocas veces se resuelve elevando el consumo de carne roja para obtener más hierro hemo, lo que debemos hacer es buscar las causas de la misma, tratándolas y remontándola con suplementación apropiada cuando sea preciso hacerlo.
A pesar de que el metaanálisis tiene limitaciones y se debe seguir investigando, la evidencia acumulada que tenemos entre la relación del hierro hemo, la carne y la diabetes tiene ya el peso suficiente como para que se tenga en cuenta a la hora de desarrollar las recomendaciones de alimentación para la gente.
Frank Hu, otro de los autores del estudio, nos dejó este inequívoco consejo en la nota de prensa: “Reducir el consumo de hierro hemo, en particular de la carne roja, y adoptar una dieta más fundamentada en vegetales, pueden ser estrategias efectivas para reducir el riesgo de diabetes”.