Existe una constante lucha entre el covid-19 y las vacunas que se desarrollan para combatirlo. Por un lado, el virus parece ir mutando y por el otro, las vacunas van mejorando sus armas para la defensa del cuerpo.
La batalla que libran el covid-19 y las vacunas
En los últimos días, las variantes del covid-19 y las vacunas que surgen de diferentes laboratorios en todo el mundo para atacarlo, están siendo el centro de atención mediático.
En el transcurso de los últimos meses, el coronavirus ha ido cambiando. Ha logrado introducir mutaciones específicas en su secuencia génica, muchos de estos cambios se traducen en variaciones de aminoácidos de sus proteínas.
Con estas variaciones, el SARS-CoV-2 ha adquirido unas verdaderas ventajas evolutivas durante el proceso de adaptación a las células y organismos humanos; que son el medio en el cual el virus se replica.
No podemos decir que en dicho proceso de adaptación adquiera una mayor virulencia. Pero se puede asegurar que ha logrado avanzar en mejorar la unión al receptor, la reproducción más eficaz de partículas virales y en su transmisión, en una mejora de su replicación, la modulación de la enfermedad o, posiblemente, el escape a medias de uno de los mecanismos de inmunidad.
El covid-19 y las vacunas están evolucionando
Parece que, hasta el inicio de la campaña de vacunación, toda vez que el SARS-CoV-2 infectaba a alguna persona; se topaba con el reto de tener que superar las diferentes barreras del hospedador infectado.
Luego el covid-19 y las vacunas comenzaron una nueva relación.
Pero si el paciente no había contagiado previamente, existían pocas posibilidades de que el coronavirus pudiera encontrarse con un anticuerpo que le pudiera reconocer.
De esta manera, en cada contagio, las mutaciones que el SARS-CoV-2 pudiera generar, las iba a seleccionar y luego a incorporar en las nuevas partículas virales; en la medida en que estas representaran ventajas evolutivas no dependientes del escape de los anticuerpos.
Pero cuando el virus se encuentra con un individuo vacunado, el escenario cambio por completo.
Las vacunas son un obstáculo en la evolución del SARS-CoV-2
Como en todo proceso evolutivo, sobre todo en el de los virus, las condiciones reproductivas en un medio específico, son determinantes para la evolución.
En el campo de la virología hay un concepto llamado “viral fitness”, algo así como “aptitud viral”, el cual define la selección de las posibles partículas virales que son capaces de introducir cambios para multiplicarse y transmitirse de manera más efectiva.
Es decir, se eligen los virus más aptos al medio de infección con el cual se van a encontrar.
En el momento en que el virus se consigue con más individuos con inmunidad, se ve en la obligación de enfrentar a las defensas con las que anteriormente no se había topado, de la misma forma que tiene que competir entre sí con las demás variantes.
Así, las variantes que resultaran ganadoras, serán aquellas que posean una ventaja sobre las variantes previas, aquellas que no están preparadas para ese nuevo ambiente inmune.
Por esta razón, las variantes del virus que logren escapar del efecto de las vacunas se convertirían, teóricamente, en las que se van a imponer sobre otras variantes.
En ese escenario, las vacunas no tendrían ninguna acción sobre el virus a mediano o largo plazo.
No todo está perdido
En el escenario descrito, se pudiera pensar que el papel de las vacunas es desalentador. Sin embargo, existe un paradigma que juega en contra del covid-19.
Ya se conoce de la capacidad que tienen los anticuerpos neutralizantes de evitar la unión de la proteína S del virus con la célula del hospedador. Una vez bloqueada esta unión, el virus no puede llegar a infectar.
Una posible estrategia que pudiera usar una nueva variante del virus para escapar del bloqueo, pudiera ser cambiar la región de la proteína S donde llegan a unirse estos anticuerpos, y de esa manera evitar ser neutralizada.
Paradójicamente, estos cambios que suponen una ventaja para el virus también llevan un coste. Al darse los cambios en la misma región utilizada por la proteína S para llegar a unirse al receptor celular, pudiera desmejorar su unión con el receptor y minimizar su capacidad infectiva.
Al tratar de solucionar este paradigma (de lo que se gana por lo que se puede perder), los virus comienzan a realizar mutaciones que afecten de forma mínima a su capacidad de infectar, y al mismo tiempo, los hagan más capaces de evadir las defensas del organismo.
El resultado de este proceso de adaptación del virus, donde cambia de forma parcial en algunas de sus proteínas más importantes como la proteína S, en un proceso llamado deriva antigénica. Es la fuerza que provoca la aparición de nuevas cepas que encontramos cada año y que en virus como el de la gripe, por ejemplo, obligan a modificar la estrategia vacunal.