Es común que de pequeños nos digan la frase “usa el cerebro” a modo de regaño por realizar alguna acción sin pensar en las consecuencias o como incentivo para pensar inteligentemente. Sin embargo, se ha demostrado que la capacidad de nuestro cerebro es muy compleja y como cualquier cosa en la vida, tiene sus limitaciones.
En la sociedad de hoy en día todo gira en torno al cerebro y al poder que este posee; así lo escribe en su libro Mente extendida: el poder de pensar fuera del cerebro, o Extended Mind: The Power of Thinking Outside the Brain por su traducción al inglés, la periodista científica, Annie Murphy Paul; al decir que algunas personas le llaman “la estructura más compleja del Universo”.
Asimismo, la experta expresó mediante una entrevista para BBC Mundo que, “el cerebro es muy asombroso, pero también muy limitado”. Haciendo énfasis en que usar demasiado el cerebro no nos vuelve más inteligentes, sino todo lo contrario.
La autora estadounidense repasa en su libro las investigaciones neurocientíficas que explican cómo podemos llegar a pensar fuera de la cabeza; mostrándonos ejemplos prácticos para poder utilizar nuestros cuerpos, relaciones y entorno como extensiones mentales que nos permitan mejorar el estado de concentración, creatividad y comprensión.
¿Por qué llevar nuestro cerebro al limite no implica pensar inteligentemente?
Si bien, la frase “usar la cabeza” hace referencia a mejorar nuestra capacidad de pensamiento, no necesariamente quiere decir que sea una técnica efectiva; sino que en su lugar puede llegar a ocasionar una problemática. La experta explicó que al recitar dicha frase las personas buscan enfocarse en utilizar la cabeza para aprender algo nuevo, solucionar algún problema o crear nuevas ideas; realizando esfuerzos más duros.
Con esta metáfora se quiere decir que mientras más se ejercita el músculo del cerebro, mejor funcionará; cuando la realidad es que este órgano por si solo es bastante limitado y también inestable, lo que significa que no es una máquina pensante multiuso.
No obstante, el cerebro ha evolucionado para poder hacer ciertas cosas, que no necesariamente implican pensar en conceptos abstractos o absorber toda la información de manera recurrente. Por lo que, decir la frase “usa la cabeza” en realidad viene siendo una forma de encerrarnos y aislarnos de muchas estrategias extraneuronales.
Áreas de investigación neurocientíficas que profundizan más allá del paradigma cerebrocentrista
A pesar de que los paradigmas cerebrocentrista predominan actualmente, siempre han existido líneas de investigación que no confirman tal idea. Se trata de áreas sólidas que llevan décadas, pero que se encuentran fuera de la corriente principal.
Son áreas de investigación, tales como, la cognición situada, la cual hace referencia a cómo puede afectar el lugar donde estamos a nuestra forma de pensar; la cognición corporizada que hace que pensemos con nuestros cuerpos y la cognición social distribuida, que desarrolla la idea de que pensar ocurre por grupos de personas. Así lo dio a conocer Murphy, explicando que, al dedicarse a investigar y escribir sobre aprendizaje y cognición, le surgió mucha intriga por estas áreas; que además estaban relacionadas, pero desconocía cómo unirlas.
Sin embargo, la experta logró enlazar aquellos cuerpos de investigación que sugerían que enfocarse solo en el cerebro representa una perspectiva muy limitante, gracias a un artículo de los filósofos David Chalmers y Andy Clark, que hablaba sobre la mente extendida; donde proponían la idea de que el pensamiento no solo se desarrolla en nuestra mente; sino que es capaz de extenderse a través de nuestros cuerpos, relaciones, espacios y herramientas que utilizamos.
Muestras de estudios que sustentan el pensar inteligentemente con las tres cogniciones
Ejemplos en cognición corporizada
Murphy continúo explicando que el área de investigación vinculada a la cognición corporeizada que le resultó bastante interesante fue la de los gestos y el uso que hacemos con nuestras manos cuando pensamos y hablamos.
La noción cerebrocentrista en este caso sugiere que el pensamiento en su totalidad ocurre en el cerebro y que las manos se mueven simplemente como entretenimiento secundario. Aunque la realidad es que las investigaciones en lo que a cognición corporizada y gestos se refiere, indican que los movimientos de nuestras manos en realidad forman parte del proceso retroalimentándose; ya que los movimientos de las manos informan gráficamente lo que estamos pensando.
Es por ello que, cuando las personas son sometidas a hablar sin mover las manos, estas lo hacen con menor fluidez; llegando a pensar con menor claridad y desarrollando menor capacidad para resolver problemas.
Ejemplos en cognición situada
En el caso de la cognición situada, Murphy añadió que, hasta el momento se han registrado una gran cantidad de investigaciones que hablan sobre cómo mantenerse al aire libre afecta nuestra forma de pensar. La teoría con mayor peso es conocida como la restauración de la atención. Se trata de una idea que expresa que, así como los seres humanos fuimos capaces de evolucionar en la naturaleza, nuestros cerebros también procesan los estímulos que allí encontramos, de forma fácil; lo cual nos resulta bastante revitalizador.
Para poner un ejemplo, en la naturaleza podemos ver que no existen bordes puntiagudos ni movimientos rápido y los sonidos por lo general son suave; siendo un escenario muy distinto a lo que encontramos en un entorno urbano. Lo que quiere decir que, pasar más tiempo al aire libre en contacto con la naturaleza fortalece la atención y las habilidades de enfoque y concentración del ser humano; permitiéndonos regular nuestras capacidades.
Ejemplos en cognición social distribuida
Mientras que, para la cognición social distribuida se tiene el mito de que los superdotados y las personas muy inteligentes, consiguen todo por si mismos; cuando la verdad es que no es así, sobre todo en el mundo en el que vivimos hoy en día.
Acorde a lo dicho por la periodista, la información que se maneja actualmente es tan abundante que ya existe tal nivel de especialización; por lo que, al ser nuestros problemas tan complejos, resulta necesario crear una especie de mente colectiva en la que la gente pueda unirse para colaborar y pensar en conjunto.
La memoria transactiva puede ser un buen ejemplo para este caso; ya que nadie puede saberlo todo. Sin embargo, cuando se tiene a un grupo de personas, cada una de ellas tiene una especialidad y se sabe cuál es; por lo que resulta sencillo multiplicar cuánta información y cuánta memoria se tiene como colectivo.
Este es un método social para expandir nuestra capacidad mental, pues va más allá de nuestro propio cerebro; con lo cual es una forma de pensar inteligentemente sin forzar nuestro cerebro.