La utilidad que tiene la biología para resolver crímenes, se justifica debido a que esta ciencia sirve para explicar los problemas mentales; así como para descifrar los problemas genéticos en un individuo.
¿Por qué utilizar la biología para resolver crímenes?
El uso de la biología para resolver crímenes, lo podemos ver en series policiales o películas de acción, allí parece fácil llegar a la resolución de los asesinatos estudiando la genética de los criminales. Pero en la vida real no es tan sencillo. Aún es necesario desarrollar más la biología involucrada en la investigación de crímenes.
Los cuerpos de investigación, deben hacer uso de todas las herramientas que puedan tener a la mano para la resolución de crímenes, y así poder minimizar la impunidad. Y de esa forma garantizar la seguridad a los ciudadanos y la paz en una sociedad cada vez más convulsionada.
¿Cómo actúa la biología para resolver crímenes?
El psicólogo inglés Adrien Raine, por allá por el año 1994, tenía la creencia de que para poder “encontrar dónde se originaba el mal, había que hurgar en el cerebro humano”. En tal sentido, llevó a cabo un vasto análisis y llegó a examinar a 41 criminales asesinos. A los cuales comparó con 41 personas de edad y perfiles similares, pero no asesinos.
Les realizó tomografías por emisión de positrones (PET), este tipo de estudio usa pequeñas cantidades de materiales que son radioactivos, llamados radiofármacos o radiosondas, una cámara especial y también involucra un computador para evaluar las funciones de los órganos y los tejidos.
A través de la identificación de los cambios a nivel de las células, la PET es capaz de detectar las tempranas manifestaciones de ciertas enfermedades primero que otros estudios hechos por imágenes.
De esa forma, fue como Raine detectó que la parte prefrontal de los cerebros de los individuos estudiados (asesinos), mostraban un funcionamiento inferior, al ser comparado con el cerebro de un individuo normal. Pudo notar también, que la misma área del cerebro de los criminales estaba un poco más pequeña.
Esta zona del cerebro, es la que se encarga de controlar el impulso que lleva al individuo a querer hacerle daño a otra persona, en un momento de rabia o de ira. Es en esa área donde se encuentra el sistema límbico; el cual se encarga de explicar los cambios de ánimo y las emociones como el enojo y la ira.
Cesare Lombroso, el fundador de la criminología moderna. En sus teorías postuladas en 1876, quien luego de hacer la autopsia a un criminal, concluyó que este tipo de individuo, eran humanos menos evolucionados y que se identificaban por tener ciertas características físicas; tales como la frente achatada y la quijada larga.
Factores genéticos y biológicos que favorecen una conducta criminal
En el año 1993, investigadores holandeses encontraron que uno de los genes que genera la enzima Maoa, tiene una relación directa con la violencia. Cuando este gen se encuentra mutado hay niveles bajos de la enzima, lo que puede provocar mayores índices de agresividad.
Luego, en el año 2002, científicos de Nueva Zelanda, descubrieron que cuando esta mutación se conjuga con una infancia muy traumática, el riesgo de ser un individuo agresivo es todavía mayor.
Muchos estudios señalan, que los asesinos convictos tienen una actividad menor en las áreas de la corteza prefrontal del cerebro; relacionada con el control de los impulsos en el individuo. De igual manera, se ha registrado que los psicópatas tienen la amígdala un 18% más pequeña, esta es la región del cerebro que se encarga de procesar las emociones.
En evaluaciones neuropsicológicas, se ha demostrado que los niños y jóvenes adolescentes con trastornos de la conducta, pudieran tener afectado el lóbulo frontal, lo que pudiera interferir con su capacidad de aprender de sus propias experiencias, planificar y evitar los riesgos.
Uso de la biología contra los criminales
Las huellas dactilares y el ADN son únicos en los individuos, estas pueden servir de herramientas para los investigadores a la hora de resolver los crímenes.
Se pudiera pensar, que como el ADN es exclusivo en cada persona, se pudiera llegar a la conclusión de que sería muy fácil saber quién es un delicuente, solamente por el ADN. Pero no es así, porque cuando sucede un crimen, los cuerpos de investigación policial toman pruebas, que pueden ser rastros biológicos y de allí obtener el ADN.
El ADN luego se compara con los que se encuentran registrados en una base de datos de la policía. También puede ser comparado con el ADN de algunos posibles sospechosos, y no se encuentra ninguna coincidencia, el caso quedaría cerrado. En este ejemplo, el ADN no habrá servido de mucho.