Hay una leyenda irlandesa que dice que al final de un arco iris hay un tesoro de monedas de oro enterrado. Nadie parece haberlo encontrado, pero ahora la ciencia está entrando en el reino del mito, asegurando que donde ocurrió el terremoto es muy posible que haya oro enterrado
¿El cuarzo, electricidad y un terremoto es lo que se necesita para que se transforme un metal?
El estudio muestra que los movimientos sísmicos son el ingrediente que falta para comprender la formación de grandes nódulos en las venas. Hace unos 2.500 años, mucho antes de que la humanidad decidiera en el siglo XIX que el oro se convertiría en la base del sistema financiero internacional, primero la alquimia y luego la ciencia intentaron encontrar la fórmula que lo producía, pero fracasaron.
Ahora, Christopher Voysey, un geólogo de la Universidad de Monash en Melbourne (Australia), que lleva años obsesionado con encontrar la gallina de los huevos de oro, cree haber encontrado por fin el ingrediente necesario, aunque no es la composición, es un terremoto.
Sabemos que el oro se creó antes de que se creara la Tierra. Se necesita fusión nuclear y explosiones estelares del tamaño de una supernova para crearlo. La alquimia, entonces, es una práctica que, además de la química, requiere recurrir a la filosofía, el misticismo, la semiología, la astrología e incluso la espiritualidad para lograr transformaciones inimaginables, como transformar diferentes metales en oro.
Un estudio recién publicado por Nature Geoscience muestra que los terremotos provocan que se depositen pepitas de oro en vetas de cuarzo creando campos eléctricos. No obstante, ya sabemos la buena compatibilidad de la electricidad y el oro.
Su buena conductividad eléctrica y resistencia a la corrosión han llevado a la industria electrónica a utilizarlo para producir circuitos y componentes de alta calidad. El cuarzo es un mineral piezoeléctrico, lo que significa que crea campos eléctricos cuando se expone a presiones geológicas como los terremotos. Las pepitas de oro más grandes, representan casi el 75 % de todo el oro extraído de la población, están principalmente en vetas de cuarzo, aunque el método por el cual son formados aún no está totalmente claro.
Formación de pepitas de oro
Christopher Voysey y sus colegas calcularon el voltaje piezoeléctrico que el cuarzo puede generar durante los terremotos. Luego fueron al laboratorio, sumergieron los cristales de cuarzo en un líquido que contenía oro disuelto y crearon ondas sísmicas para ejercer presión sobre los cristales y crear un voltaje piezoeléctrico. Inmediatamente comenzaron a formarse nanopartículas de oro en su superficie. El cuarzo crea suficiente tensión como para provocar precipitaciones. Los autores creen que este proceso no requiere laboratorio y puede ocurrir de forma natural, refutando la idea de que el oro sea un mineral finito cuya cantidad se ha establecido desde los principios de la Tierra.
Los científicos especulan que el líquido que contiene oro disuelto puede filtrarse en las grietas de las vetas de cuarzo y convertirse en grumos cuando un terremoto crea un campo eléctrico en el cuarzo. Después de la deposición inicial de oro, los eventos piezoeléctricos posteriores pueden incluso formar oro nuevo encima, lo que ayuda a explicar la formación de pepitas de oro más grandes. Si miramos las localizaciones, el pasado mes de marzo un terremoto de magnitud 5,7 sacudió la región central de Papúa Nueva Guinea en Indonesia.
No fue la primera vez. Allí se encuentran la mina Grasberg más grande del mundo y la mina Lihir. La mina de oro Cortez en Nevada, EE.UU., también está asociada a una importante zona sísmica. Los científicos estiman que el contenido de oro en la Tierra es aproximadamente una cienmillonésima parte de su masa, o alrededor de 60 billones de toneladas. Sin embargo, la mayor parte de ellos se encuentra en el núcleo de la Tierra y es completamente inexplotable por la tecnología humana moderna. Por lo tanto, parece que la ciencia avanza más rápidamente hacia una nueva creación que hacia la explotación de una existente.