Una fría tarde de julio, las calles del barrio de La Boca se encontraban desiertas ¿será producto del invierno que azota a la ciudad de Buenos Aires?
Las euforias por los campeonatos del mundo y los títulos locales quedaron atrás, perdida entre las hojas víctimas del otoño. Sólo una persona se había decidido a caminar ese día, era un señor cuyos rasgos delataban su edad, como su abrigo del club de sus amores, que demostraba su fanatismo.
Lo encontré en el Museo de La Pasión Boquense, el único de un club en el país, parado frente a las fotos de todos los jugadores que alguna vez habían vestido los colores auriazules, estaba ahí como si buscará su foto. Tomé coraje y le pregunté cómo se llamaba.
«Juan Elías, pibe. Soy Boca y de Boca desde siempre, mira que si hará tiempo, ya hace 95 años», me respondió.
– ¿Viste que lindo esto? No lo puedo creer… recordar todo lo que viví con Boca me hace sentir joven de nuevo. ¿Y vos como te llamás?
-Martín.
-Vení pibe, vení que tenemos mucho para ver y tengo mucho que contarte.
Juntos comenzamos a recorrer este lugar plagado de historia. Lo miró a Juan Elías y veo cómo se emociona con algunas imágenes viejas. Ve las camisetas que fueron testigo de los inicios del club, conservadas de manera intacta y cierra sus puños mientras recuerda los incansables trotes del gran Pancho Varrallo y los temibles sablazos de Mario Boyé acompañados por el canto de la tribuna: «Yo te daré, te daré niña hermosa, te daré una cosa. Una cosa que empieza con B: Boyé».
Sus historias continuaban. Boca campeón de 1931 el primero en la era profesional, ahí algo me llamó la atención sabia mucho de lo que pasaba adentro de ese plantel era como si hubiera sido parte de los campeones. O cuando en 1925, se los reconoció en la gira que realizaron por Europa. Ahora lo podía ver y encima tenía alguien que me lo podía explicar, alguien que de a poco me resultaba conocido de algún lugar; pero sabía que no lo conocía.
-Pibe, ¿ves esa camiseta de color blanco y negro?
-Sí, ¿qué hace acá?
– Esa fue la primera camiseta del club, la confeccionó la hermana de los Farenga, ellos fueron uno de los tantos fundadores.
Juan Elías hablaba como si los conociera.
-Boca luego utilizó una celeste de tela satinada y desde 1906, el equipo empezó a jugar con una blanca con rayitas azules, pero la perdimos contra el Nottingham de Almagro que usaba una camiseta parecida. Disputamos los colores en un partido, el que ganaba seguía con su casaca. Sin color de camiseta el dirigente Juan Bricchetto, que trabajaba como encargado de dar paso a los barcos en el puente número 2, propuso que se adoptaran los colores de la bandera de la primera embarcación que a la mañana siguiente ingresara al puerto. Sueco fue aquel barco que le dio la identidad azul y oro.
Entre tango y relatos de goles históricos del club que me erizaban la piel, un eufórico Juan Elías intentaba reproducirlos, parecía un mimo.
La sensación de convertir un gol con la camiseta de Boca, en una Bombonera repleta, la pude experimentar con Juan Elías en «La Pelota», un esférico interactivo que por momentos te hace sentir un jugador más.
Estar ahí donde se encuentra la nueva, vieja e invencible Bombonera, esa por donde pasaron y aún pasan tantas estrellas, como así también tantos técnicos que escriben o escribieron la historia del fútbol argentino como César Luis Menotti, Carlos Bilardo, Carlos Bianchi, Juan Carlos Lorenzo entre otros.
Nos separamos con Juan Elías en el mismo lugar donde había empezado nuestra amistad o donde había comenzado mi visita guiada por los tiempos de glorias de este club al que amo. Justo en el mismo lugar donde lo encontré a ese abuelo hincha de Boca que más que hincha para mi era Boca, ahí donde están las fotos de todos los jugadores donde no falta nadie.
Vi como Juan Elías desaparecía entre las calles del barrio y como no podía ver mas a ese hombre que me hizo sentir jugador de Boca.
Me quede mirando una a una las fotos de todos los que hicieron grande a mi club y ahí descubrí una foto amarillenta con la imagen de un arquero: Juan Elías Yustrich.