El desierto peruano se ha convertido en la capital mundial del arándano. El país sudamericano pasó de sembrar unas pocas hectáreas de estas frutas en 2012 a ser en la actualidad el mayor exportador de arándanos en todo el mundo.
Las colinas arenosas del desierto peruano se cubren del color púrpura del arándano
Cuando comienza el mes de agosto, en el norte de Perú, las colinas arenosas de la costa de La Libertad, se cargan de frutos de color púrpura azulado de arándanos. Para estos días solo faltan pocas semanas para la cosecha de la rica fruta en un desierto que hace poco más de una década fue considerado como un sitio inhóspito para los arándanos. En la actualidad, este desierto está ubicando a Perú a la cabeza del mercado mundial del arándano.
El agricultor, de apenas metro y medio de altura, Álvaro Espinoza, mientras camina entre los arbustos se inclina hacia ellos y sus ojos se abren completamente llenos de asombro ante tantos arándanos y el gigantesco tamaño de algunas bayas.
Quien también es ingeniero agrónomo dice que “incluso el calibrador no sirve”, al no poder medir uno con un llavero con diferentes aberturas circulares. El fruto no cabe en el agujero más grande del aparato, un arándano de 2,5 centímetros.
El ingeniero Espinoza fue uno de los pioneros que se atrevió a experimentar con el cultivo de bayas de arándanos en el país sudamericano hace aproximadamente 15 años, cuando esta fruta, originaria del hemisferio norte, apenas aparecía en el radar de Perú.
Espinoza recuerda el momento en que la gente le llamó loco, cuando se le ocurrió cultivar arándanos en el desierto de Perú. Desde entonces, el crecimiento de la industria peruana del arándano ha sido tan próspero como la carrera meteórica del Bitcoin.
Perú ha pasado de plantar solo unos cientos de hectáreas de esta fruta en 2012 a convertirse en el primer exportador de arándanos frescos a nivel mundial durante los últimos 5 años consecutivos.
En búsqueda del arándano que ame el desierto
Empresarios peruanos se vieron inspirados por el éxito de sus vecinos de Chile, fue cuando comenzaron a explorar un mercado local de arándanos a comienzos de la década de 2000. El problema se presentó en hallar la variedad adecuada, lo que les llevó años de ensayo y error. E incluso Álvaro Espinoza trató de montar un vivero, pero fue un completo fracaso. En la actualidad, el ingeniero trabaja en el departamento de ventas para la compañía española que desarrolla bayas más sabrosas y de mejor crecimiento, Planasa.
En el país sudamericano el reto consistía en lograr superar la creencia convencional de que los arándanos requerían de una cantidad mínima de horas de frío, unas temperaturas por debajo de los 7 °C, para prosperar. A pesar de que el altiplano andino peruano reunía dichas condiciones, el terreno accidentado planteaba importantes obstáculos para una industria que era dependiente en gran parte de una infraestructura de avanzados sistemas de riego, mano de obra y plantas de envasado.
Carlos Gereda, pionero en el sector y fundador de Inka´s Berries, dijo que el objetivo era la costa, donde ya había megaproyectos de irrigación y grandes compañías agroexportadoras. Gereda fue el primero en identificar una variedad de baya que pudiera adaptarse a la templada costa peruana, donde la corriente de Humboldt se encuentra con los Andes, creando unas condiciones parecidas a las del desierto.
Gereda comenzó a viajar a Chile en 2006 para conocer todo sobre los arándanos. En uno de esos viajes Gereda trajo catorce variedades de arándanos para probarlos en el desierto peruano. Demoró 2 años en dar con la adecuada, llamada Biloxi. Una vez identificada esta variedad, invirtió cerca de 280 euros en crear una compañía que se convirtió en pionera del arándano peruano.
Un fruto que se adapte a las condiciones climáticas del futuro
Actualmente, los campos de arándanos peruanos abarcan más de veinte mil hectáreas, lo que es el doble del tamaño de la ciudad de Barcelona, y Perú exporta más del doble de arándanos que sus competidores más cercanos. Más de la mitad de las exportaciones son enviadas a los Estados Unidos, donde el país sudamericano suministra 4 de cada diez importaciones de arándanos frescos.
Aunque el año pasado este auge sufrió su primer revés. El fenómeno meteorológico El Niño provocó una fuerte ola de calor que azotó la costa norte del país andino, incluida la localidad de La Libertad, donde funciona el corazón de la industria del arándano. En esa ocasión las temperaturas estuvieron por encima de la media en 4 °C, convirtiéndose en el invierno más caluroso de Perú en más de sesenta años. El calor arrasó con algunas variedades de la fruta y la producción cayó un 25 por ciento.
A lo que Gereda se refirió diciendo que la agricultura es así, dijo que nada es seguro y todo está por demostrar; hay que vivirla, exclamó. Y que hay momentos en los que, de la nada, un evento climático poderoso nos obliga a replantearlo todo.
Debido a esta experiencia más la previsión de un aumento de las temperaturas provocado por el cambio climático, ya la industria viene acelerando los esfuerzos para el desarrollo de nuevas variedades de arándanos genéticamente mejoradas que sean capaces de prosperar en climas todavía más cálidos.
Variedades tropicalizadas de arándanos
Buscando variedades más resistentes, los científicos han cruzado plantas madre, germinado las semillas y las han evaluado durante años para seleccionar los mejores individuos, que después han sido clonados y multiplicados in vitro.
Otra de las metas de dicha carrera genética es la producción de arándanos jumbo, bayas que midan un par de centímetros, para incrementar la producción y poder satisfacer las expectativas del mercado del arándano.
Durante el año 2023, Inka´s Berries lanzó 2 nuevas variedades de tamaño gigante, Abril y Alessia, que llevan el nombre de las sobrinas del empresario. Ambas son variedades tropicalizadas que prosperan sin temperaturas templadas.
No han mejorado las condiciones de vida de los recolectores
A pesar de todo, el microclima costero peruano ha demostrado tener ventajas para obtener altos rendimientos de arándanos y producción durante todo el año. Las compañías peruanas y extranjeras, atraídas por una mano de obra barata y por los incentivos fiscales, recibieron grandes ganancias rápidamente vendiendo los arándanos a un precio superior durante la temporada baja en EEUU y Chile.
Incluso considerando también las condiciones meteorológicas extremas del año pasado, el país andino vendió en el extranjero arándanos frescos por una suma récord, unos 1600 millones de euros. Actualmente, el arándano es el segundo cultivo de mayor importancia del Perú, después de la uva, y ha contribuido a multiplicar por trece el total de las expectativas agrícolas anuales desde 2000.
No obstante, las condiciones de vida de los recolectores de bayas de arándanos no han ido al mismo ritmo del éxito de la industria. Julisa González, recolectora de Camposol, el mayor exportador de arándanos de Perú, aseguró que mientras las compañías siguen creciendo, a ellos los explotan con el salario mínimo, que son 260 euros mensuales. Lo que ganan diariamente los recolectores apenas le cubriría el coste de 3 paquetes de arándanos en Nueva York, agregó González.
A pesar de que unas pocas grandes compañías dominan la industria peruana del arándano, cada vez hay más agricultores medianos que se están incorporando al negocio de este rubro en el país andino.