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Las enormes compañías que venden productos con el cobalto del Congo valen millones, pero las personas encargadas de su extracción viven en la pobreza extrema y con inmenso sufrimiento.
El cobalto del Congo ha servido para esclavizar a su gente
La República Democrática del Congo (RDC) es el lugar donde se está produciendo en la actualidad un verdadero delirio, una enloquecida carrera para extraer la mayor cantidad de uno de los minerales más utilizados en la industria de las telecomunicaciones, el cobalto, lo más rápido posible.
El cobalto es un raro metal azulado, un componente fundamental de casi todas las baterías recargables de iones de litio que se producen actualmente a nivel mundial. Este mineral además se usa en una gran gama de las recientes innovaciones con bajas emisiones de carbono, esenciales para alcanzar los objetivos de sostenibilidad del clima.
En la región de Katanga, localizada en el extremo sudoriental del Congo, se encuentra la mayor reserva de cobalto de todo el mundo. Además de este valioso mineral, también hay abundancia de otros metales valiosos como hierro, zinc, cobre, estaño, germanio, níquel, manganeso, uranio, tantalio, wolframio, plata, litio y oro.
Desde siempre los yacimientos han estado en Katanga, latentes eones antes de que las gigantescas empresas y potencias extranjeras comenzaran a aprovecharse de la tierra. Las innovaciones de la industria desencadenaron la demanda de un metal tras otro y todos parecían hallarse en esta parte del Congo. El resto del país africano también se encuentra lleno de recursos naturales muy valiosos.
Las potencias extranjeras han penetrado hasta el último lugar de la RDC para extraer sus ricas reservas de aceite de palma, diamante, marfil, madera y caucho. Pero sin dejar de convertir a sus habitantes en esclavos. Pocos países han sido bendecidos con una abundancia de recursos naturales más diversos que esta nación. Y ningún país en la Tierra ha sido tan explotado como el Congo.
El cobalto y el infame saqueo del marfil congoleño
La carrera por este mineral le recuerda al mundo al infame saqueo del marfil y caucho del Congo que el rey Leopoldo II ejecutó durante su terrible reinado como gobernante del Estado Libre del Congo durante el periodo 1885 – 1908.
Las personas familiarizadas con este régimen podrían decir que las atrocidades que se llevaron a cabo en aquel momento no tienen mucho que ver con los daños que se producen en la actualidad. La pérdida de vidas ocurridas cuando Leopoldo ejerció el poder sobre esta nación se estima en trece millones de almas, el equivalente a la mitad de la población de la colonia en ese entonces.
En la actualidad, la pérdida de vidas provocada directamente por los accidentes en las minas o de manera indirecta por la exposición tóxica y la contaminación medioambiental es anualmente de unos cuantos miles. No obstante, debemos reconocer un hecho fundamental, y es que durante siglos esclavizar a las poblaciones africanas fue una acción inherente al colonialismo.
Ahora, en la era contemporánea la esclavitud ha sido rechazada a nivel mundial y los derechos humanos fundamentales son considerados “erga omnes e ius cogens” en el derecho internacional. La actual explotación de la gente más pobre del Congo por parte de los ricos y poderosos está invalidando los supuestos cimientos morales de la civilización moderna y retrotrae al hombre a una época en la que los pueblos africanos solo eran valorados por su coste de reposición.
Las implicaciones de este asunto moral, se extienden más allá de los pueblos de África Central, llega hasta todo el sur del planeta, donde una inmensa parte de la humanidad sigue viviendo una existencia infrahumana en condiciones de esclavitud ubicándose en lo más bajo del orden económico global.
¿Doble discurso en las altas esferas?
La terrible realidad de la extracción de cobalto en la RDC es un problema para todas las partes implicadas de la cadena. Ninguna de las grandes compañías que extraen el cobalto quieren admitir que las baterías recargables que se usan para teléfonos celulares, laptops, tabletas y automóviles eléctricos contienen este mineral que es extraído por niños y campesinos en condiciones bastante peligrosas.
En los comunicados de prensa y declaraciones públicas de las ricas compañías ubicadas en lo alto de la cadena de extracción de cobalto, suelen decir que tienen un total compromiso con las normas internacionales de derechos humanos, la adhesión a las medidas más estrictas de control de la cadena de suministro y políticas de tolerancia cero ante el trabajo infantil.
Como lo aseguró Apple en un comunicado donde afirma que la empresa trabaja para proteger el medio ambiente y salvaguardar el bienestar de los millones de personas que ven afectadas por su cadena de suministro, desde el nivel de minería hasta las instalaciones donde son ensamblados sus productos.
O un comunicado de la empresa surcoreana Samsung, en que asegura que mantiene una política de tolerancia cero contra el trabajo infantil, el cual se encuentra prohibido por las normas internacionales y las leyes nacionales sobre el tema, en todas las etapas de sus operaciones a nivel mundial.
Mientras que la compañía Tesla publicó un comunicado donde señala que para garantizar que el cobalto de su cadena de suministro proceda de fuentes éticas, han implantado una guía de debida diligencia para su abastecimiento.
Y Glencore S. A. está comprometida a prevenir la práctica de la esclavitud moderna, además de la trata de personas en sus operaciones y cadena de suministro. Y no tolerar el trabajo infantil ni ninguna forma de trabajo forzoso.
Asociaciones que respetan los derechos humanos
A medida que viene aumentándose la vigilancia de las condiciones en que esextraído el cobalto, las partes implicadas han comenzado a construir asociaciones internacionales para ayudar a asegurar que sus cadenas de suministros estén completamente limpias.
Las dos más importantes de estas asociaciones son la Global Battery Alliance (GBA) y la Responsible Minerals Initiative (RMI).La primera promueve condiciones de trabajo seguras en la extracción de materias primas para las baterías recargables. La GBA desarrolló una Asociación de Acción sobre el Cobalto para eliminar inmediatamente y de manera urgente el trabajo infantil y forzoso de la cadena de suministro de este mineral.
Mientras que la RMI se encarga de abastecer de forma responsable los minerales de acuerdo con los principios rectores de la ONU para las compañías y los derechos humanos. Una de sus funciones más importantes es asegurar un proceso de garantía de minerales responsables, que busca apoyar las evaluaciones independientes de terceros de las cadenas de suministro de cobalto, además de la supervisión de las explotaciones mineras de cobalto en el Congo para la detección de los casos de trabajo infantil.
Un testimonio
Aunque, Siddharth Kara, quien es escritor, investigador y activista contra la esclavitud moderna. Aseguró que en el tiempo en que estuvo en la RDC nunca vio, ni oyó hablar de actividades vinculadas a la RMI ni a la GBA. Y mucho menos de algo que se pareciera a compromisos de empresas con las normas internacionales de derechos humanos, o políticas de tolerancia cero ante el trabajo infantil o forzoso, ni auditorías de terceros.
Por el contrario, a lo largo de sus 21 años de investigación acerca de la esclavitud y el trabajo infantil, Kara aseguró que nunca antes vio una depredación más extrema con fines de lucro que la que presenció en el eslabón más bajo de las cadenas globales de suministro de cobalto.
Kara dijo que las colosales compañías que venden productos que contienen cobalto del Congo valen billones, pero las personas que lo extraen se ganan la vida en medio de una pobreza extrema y un sufrimiento inmenso. Los mineros del cobalto viven al límite de lo que es considerado una vida humana, en un ambiente que para las compañías mineras extranjeras es un vertedero tóxico, contaminando ríos y hasta el aire, arrasando decenas de pueblos y destruyendo las tierras de cultivo, agregó.
El activista dijo que la catástrofe humana y medioambiental del Congo es la que mantiene nuestro estilo de vida funcionando. Y que, si observamos a los niños mugrientos de Katanga escarbar en el suelo buscando cobalto, nos resultará muy difícil poder diferenciar si están trabajando en beneficio del rey Leopoldo o de una compañía tecnológica.
Este es un extracto de “Cobalto rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes”, de Capitán Swing, que fue publicado este 21 de enero.