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Al parecer la injerencia de religiosos de países como Estados Unidos y Rusia, además de los crecientes movimientos anti-LGBTQ+, están amenazando las perspectivas de adhesión a la Unión Europea de las naciones de la zona de los Balcanes Occidentales.
Una gran inversión financia una “guerra cultural” contra la comunidad LGBTQ+ en Europa
Un creciente entramado de organizaciones extranjeras está invirtiendo cifras millonarias en grupos que llevan a cabo una “guerra cultural” con la que hacen campaña para hacer que retrocedan los derechos de la comunidad LGBTQ+ en el continente europeo, de acuerdo con lo advertido por varios legisladores europeos.
En una resolución que fue publicada a comienzos de este mes, el Parlamento Europeo prendió las alarmas sobre la injerencia extranjera en todos los procesos democráticos de Europa, afirmando que la mayor parte de la inversión extranjera que financia a estos grupos, procede de Estados Unidos y Rusia.
Se cree que esta injerencia extranjera, junto a la desinformación y a los numerosos ataques cometidos por agentes extranjeros, se incremente en el periodo previo a las elecciones al Parlamento Europeo del próximo año, haciéndose cada vez más sofisticada.
Al menos cincuenta organizaciones extranjeras financian actividades contra la comunidad LGBTQ+, según eurodiputados
En el informe de los eurodiputados se menciona que, Europa es testigo de un creciente número de movimientos anti-LGBTQ+, dirigidos de manera específica contra los derechos de la mujer, las personas LGBTQ+ y la salud sexual y reproductiva de la gente.
En el documento también se menciona que, estos movimientos hacen proliferar la desinformación con la intención de revertir los avances en los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Además, se afirma que estos movimientos reciben millones de euros en financiación extranjera, tanto pública como privada, hasta de los Estado Unidos y de Rusia.
Cómo operan estos grupos anti-LGBTQ+
Varios observadores de derechos humanos han advertido que las estrategias que utilizan estos grupos extranjeros han venido evolucionando con el tiempo, cosa que se observa en el aumento de la financiación y en la intensificación de las campañas de desinformación que llevan a cabo.
Personajes que forman parte de la extrema derecha de los Estados Unidos y miembros de la Iglesia Ortodoxa Rusa (dos de los principales actores del movimiento anti-LGBTQ+), han unido sus esfuerzos para subir la financiación a actores ultratradicionalistas localizados en Europa, enfocándose en especial en atacar los derechos LGBTQ+, de acuerdo con fuentes que accedieron a hablar con los reporteros con la condición de mantener el anonimato por temor a represalias.
En los últimos 10 años, organizaciones clave pertenecientes a la derecha cristiana, generalmente financiadas por particulares relacionados con causas de extrema derecha y libertarias en EEUU y oligarcas rusos, han construido una red de agencias instaladas en instituciones de derechos humanos de todo el continente europeo para ejecutar una diplomacia antigénero e infiltrarse en cargos de poder de los países miembros de la Unión Europea.
Otras estrategias contemplan demandas abusivas dirigidas a suprimir, silenciar e intimidar a los críticos (SLAPPS), blanqueo de dinero y reputación, además de acoso físico. También envío de escuadrones de lucha a sueldo a manifestaciones LGBTQ+ o tiendas de drags. Otra táctica consiste en pirateo de dispositivos de reporteros con el software Pegasus y empleo de granjas de trolls que se encargan de difundir desinformación contra activistas de la comunidad LGBTQ+.
Movimientos provenientes de Arabia Saudí, Turquía y Ciudad del Vaticano están colaborando con los ataques
Los ataques están ganando fuerza con la participación de organizaciones que vienen de otros países como Arabia Saudí, Turquía y Ciudad del Vaticano, los cuales están poniendo más presión en sus actividades y financiación contra la comunidad LGBTQ+.
Las fuentes también dijeron que, normalmente los objetivos de estas organizaciones son las minorías en países inestables, lugares en los que pueden explotar la polarización para extremar el debate político y nutrir la violencia.
Una campaña en contra de la adhesión a la Unión Europea
El festival del orgullo gay que fue celebrado el pasado 8 de julio en Georgia, ha sido el último evento LGBTQ+ que resultó víctima de la injerencia extranjera.
Mientras que, en el festival de Tiflis, irrumpió una turba de hasta dos mil manifestantes anti-LGBTQ+ pertenecientes al grupo afiliado a Rusia Alt Info. Un ataque descrito por Mariam Kvaratskhelia, directora del Orgullo, como una acción planeada de antemano.
Kvaratskhelia señaló que, estaba segura de que la interrupción fue una acción coordinada y completamente planificada con anticipación entre el Gobierno de Georgia y los grupos radicales. Piensan que esta operación se llevó a cabo para sabotear la candidatura de Georgia a la Unión Europea.
Integrantes de Alt-Info (una cadena televisiva ultraconservadora estrechamente relacionada con la iglesia ortodoxa de Georgia), ya había perturbado el evento de Orgullo de Tiflis del año 2021. Desde 2019 cuando fue fundada Alt-Info, el grupo ha intentado ampliar su influencia política con la creación de un partido alternativo tanto al gobernante Sueño Georgiano como al partido opositor Movimiento Nacional Unido. Entre sus objetivos declarados, el grupo busca relaciones más estrechas con la Federación Rusa.
Este último ataque de Alt-Info se llevó a cabo justo en el momento en que Georgia tiene problemas con su solicitud de adhesión a la Unión Europea. A pesar del total respaldo público y político que tiene la integración en la UE.
La entrada a la Unión Europea se ha visto entorpecida por una política completamente polarizada y por la excesiva influencia de intereses creados en el ámbito económico, político y público. También por la disputa territorial que tiene Georgia con Rusia en las regiones de Osetia del Sur y de Abjasia.
El papel del nacionalismo religioso
Esta misma tensión se puesto de manifiesto en los países de los Balcanes Occidentales, donde gobernantes se han esforzado por andar sobre una delgada línea política y de identidad entre las organizaciones nacionalistas religiosas contrarias a los grupos LGBTQ+ y la opinión pública de pro Europa favorable a la comunidad LGBTQ+.
A pesar de que estos países acostumbran tener altos niveles de respaldo político y público a la adhesión a la Unión Europea, su avance para concretar la adhesión se ha estancado en los últimos diez años.
El nacionalismo religioso representa un importante reto, gracias a que las autoridades islámicas y los líderes de la iglesia ortodoxa serbia y la iglesia católica han unido sus fuerzas para atacar los derechos de las personas LGBTQ+ y se han aliado con partidos políticos conservadores.