Las vacunas contra el COVID-19 ya se están distribuyendo, en mayor o menor medida en dependencia del país en el que residas. Sin embargo una gran parte de la población aún tiene miedo y decide no participar en la vacunación. Todos sus argumentos y temores son dudas legítimas, respetables y en muchos casos razonables. Pero nuestro deber como ciudadanos vacunofílicos es intentar minimizar la taza de contagios promoviendo, de forma responsable, los ideales positivos de este proceso de inmunización.
La mayoría de la población mundial no tiene miedo a las vacunas en general y las tasas de vacunación infantil se han mantenido en 86% desde años. Aun así se estima que aproximadamente el 24% de la población se rehúsa a vacunarse (los números son un poco imprecisos), esto es preocupante, ya que este es un número elevado. Entonces ¿por qué la vacuna contra el COVID-19 que causa tanta incomodidad y desconfianza entre las comunidades?
Razones por las cuales existe miedo a vacunarse contra el COVID-19
Para poder convencer a alguien que tenga dudas sobre la seguridad o eficiencia de la vacuna contra el COVID-19, primero tenemos que ponernos en sus zapatos y entender sus argumentos:
La rapidez de la fabricación de la vacuna contra el COVID-19
Todos sabemos que el proceso de fabricación de una vacuna es largo, laborioso y que puede tardar de 2 a 15 años. Teniendo esto en cuenta muchos se preguntan ¿por qué la vacuna contra el COVID-19 tardo el tiempo record de solo 10 meses en pasar del concepto a la realidad? Y afirman que esto se logró saltándose estándares de calidad y seguridad. Además el carácter competitivo que ha rodeado a la búsqueda de la vacuna ha alimentado la desconfianza.
Esta inquietud tiene una explicación simple, a pesar de lo que parezca, no se saltaron ningún paso o protocolo para ninguna de las marcas de vacuna contra el COVID-19 que se encuentra en el mercado ahora mismo, todas se vieron obligadas a cumplir sus 3 fases. Para saber ¿por que tardaron tan poco en la fabricación de este inmunitario? hay que entender varios puntos:
- Los investigadores, venían trabajando en la vacuna contra un virus similar desde el año 2002, el virus del SARS II (síndrome agudo respiratorio grave). Esta es una enfermedad de la misma familia que el COVID-19 y ambos presentan un mecanismo de acción muy parecido.
- Uno de los principales factores que ralentizan los estudios de las nuevas vacunas, es la falta de voluntarios para realizar los ensayos. En este caso, sin embargo, los voluntarios sobraron por ser una enfermedad que se expandió a nivel mundial.
- Otro de los factores que influye, es el hecho de que la mayoría de las veces las enfermedades no tienen una incidencia o letalidad tan alarmante, lo que aumenta el margen de tiempo de los investigadores para tomar acción. No es este el caso, pues el COVID-19 es una enfermedad de muy fácil contagio (tanto que se extendió a nivel global) y alta letalidad en pacientes vulnerables o de condiciones medicas previas.
- El mayor limitante de las investigaciones médicas es la financiación. Actualmente hay miles de patrocinadores que han puesto sus recursos para la rápida confección de la vacuna.
Mala imagen de las instituciones
Otro factor que ha influido en esta problemática es la imagen peyorativa que se están formando los ciudadanos respecto a las diferentes Instituciones. La credibilidad de aquellos que nos proponen una solución ha ido en descenso en los últimos tiempos. Además, la pandemia ha acrecentado el enfado contra estas organizaciones.
La transmisión excesiva de información sobre la vacuna contra el COVID-19
Vivimos en una época digitalizada y nos es muy difícil parar de recibir información, pues nos llega a través de muy diversos canales. Actualmente, las noticias que más se escuchan son, principalmente, acerca de las diferentes vacunas, de las que podemos conocer, en qué fase se encuentra cada una o los efectos secundarios que genera (probablemente, con otras vacunas, como la de la gripe, también hubo reacciones adversas, pero no se hicieron públicas y la gente no les teme).
La mejor forma de sobrellevar esta situación es informándose desde fuentes confiables y objetivas, aunado a esto analizar con cabeza fría el balance beneficio-riesgo de las vacunas. Mientras mejor informados estemos es más difícil caer en Fake News y en la transmisión de la desinformación.
Recuerda escuchar sus razones y darles su espacio de opinión
La base de cualquier discusión e interacción es el respeto, teniendo esto en cuenta podemos ayudar con nuestras opiniones y conocimientos a aquellos que tienen miedo, recuerda que es una reacción humana normal. Lo ideal es que busques un momento para tener una conversación tranquila y racional, en la que ninguna de las personas esté enojada o pueda comenzar una pelea.
«Si realmente te preocupas por alguien y estás tratando de ayudarlo a pensar en algo que podría ser beneficioso para su salud, si gritas, si eres condescendiente, si compartes demasiado y no están dispuestos a escuchar, es posible que se pierda ese vínculo y cierres la puerta para futuras conversaciones», dijo la médico pediatra Bracho-Sánchez.
Comparte por qué te vas a vacunar contra el COVID-19
A veces este es el mejor enfoque que puedes tomar, compartir sinceramente tus motivaciones para vacunarte puede poner a pensar a cualquiera y más si te tiene confianza. Otra estrategia es averiguar qué le interesa a esa persona y qué se ha perdido desde que comenzó la pandemia:
¿Echan de menos estar con familiares? ¿Echan de menos los eventos a los que solían asistir? ¿Ha comprendido esa persona que la forma más rápida para que todos volvamos a esas cosas que echamos de menos es que entre el 70% y el 80% de la población se vacune?
La tarea de acabar con el COVID-19 y retornar a la normalidad es trabajo de todos, y cualquiera puede poner al menos un pequeño granito. Recuerda, si te preocupas por alguien, ayúdalo y así nos estas ayudando a todos.