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¿Cuántos tipos de neumonía existen?

La neumonía provoca la muerte de cerca de dos mil niños diariamente en todo el mundo

Se acerca la temporada de invierno y con ella llegan los refriados, la gripe y hasta complicaciones más serias como la neumonía. Y sobre esta peligrosa enfermedad debemos saber que existen 4 tipos de pulmonía, a los que se les debe prestar mucha atención durante los meses de invierno.

La neumonía provoca la muerte de cerca de dos mil niños diariamente en todo el mundo

Cerca de dos mil niños mueren diariamente en todo el mundo debido a la neumonía, esta la principal causa de muerte en niños menores de 5 años y la principal causa de hospitalización de adultos en Estados Unidos, con más de un millón de ingresos anualmente; aproximadamente cuarenta mil estadounidenses mueren al año por esta enfermedad. Mientras que en España el número de muertes por neumonía ronda los siete mil al año.

A esta enfermedad también se le conoce como pulmonía, esta puede ser leve o potencialmente mortal. La neumonía está causada por la inflamación de los pequeños alvéolos pulmonares. Si no es tratada a tiempo, la pulmonía puede tener consecuencias mortales, como infecciones sanguíneas o la falta de oxígeno.

Con la llegada de la estación de invierno, la temporada alta de gripe y resfriados, es oportuno hablar de los cuatro tipos de neumonía que existen y los riesgos que cada uno conlleva.

¿Cómo es diagnosticada la neumonía?

La neumonía es una infección de las vías respiratorias inferiores, más preciso de los diminutos sacos de aire, denominados alvéolos. Estos sirven de punto de intercambio para suministrar oxígeno a la sangre y eliminar el dióxido de carbono. La pulmonía puede desencadenarse por diferentes factores que se inician en las vías respiratorias superiores y después se van desplazando a las partes más profundas de los pulmones.

Veamos los síntomas más comunes de la neumonía: tos, dolor torácico, dificultad para respirar y fatiga general. De acuerdo con el neumólogo del Baylor College of Medicine de Texas (EEUU), Tianshi David Wu, para diagnosticar una neumonía, el médico emplea un estetoscopio para comprobar la respiración del paciente y escucha un crujido característico, parecido al sonido del papel al arrugarse. Wu aseguró que eso es todo lo que se necesita para diagnosticar una neumonía. Además agregó que si un médico sigue sin estar seguro, también puede solicitar una radiografía de los pulmones, la cual confirmará el diagnóstico.

Existen 4 tipos de neumonía

Los 4 principales tipos de neumonía se caracterizan de acuerdo con su causa, esta puede ser: bacteriana, vírica, fúngica y neumonía nosocomial (o intrahospitalaria).

Wu explicó que en la mayoría de los casos, “no hay manera de saber si una neumonía está provocada por un virus, una bacteria o un hongo sólo con examinarla“. Y que la mayoría de las neumonías no terminan recibiendo un diagnóstico de lo que las está causando. En su lugar, los médicos tratarán la pulmonía fundamentándose en los síntomas del paciente y su historial médico, usando esta información para poder determinar el mejor curso de tratamiento, agregó Wu.

Pulmonía bacteriana y Vírica

La más frecuente de todas es la neumonía bacteriana, está causada por bacterias, lo que quiere decir que se trata simplemente con antibióticos. Para muchos pacientes, el tratamiento de la pulmonía con un antibiótico ayudará a atender sus síntomas y a que comiencen a sentirse mejor a los pocos días de empezar con el tratamiento. Wu aseguró que cuanto antes se comience el tratamiento, será mejor. Además, existe una vacuna que protege contra la cepa bacteriana más importante que causa la neumonía, y está aprobada para ciertos grupos, como los pacientes mayores de 65 años y las personas que padecen determinadas enfermedades preexistentes.

La neumonía vírica (que es menos frecuente) está causada por un virus, como la gripe, el SARS-CoV-2 (el virus que causa el coronavirus) o el VRS, que es un virus respiratorio que suele provocar síntomas leves parecidos a los del resfriado. Buena parte de estas infecciones víricas empiezan en las vías respiratorias superiores y después bajan a los pulmones.

Una infección vírica también puede dar paso a una neumonía bacteriana al debilitar el sistema inmunitario del individuo, dejándolo vulnerable a una infección secundaria. Aunque ningún virus puede ser tratado con antibióticos, hay vacunas que pueden ayudar a prevenir la infección: la vacuna COVID, la vacuna anual contra la gripe, y para las personas que reúnan los requisitos, la nueva vacuna contra el VRS.

Neumonías fúngicas y las intrahospitalarias

Las neumonías fúngicas se presentan mucho menos y suelen darse en pacientes con enfermedades preexistentes, como en pacientes con un sistema inmunitario debilitado. Este tipo de neumonía suele afectar a personas con trastornos autoinmunitarios, pacientes sometidos a quimioterapia u otras afecciones crónicas que pueden afectar al sistema inmunitario de un individuo, aseguró Lucas Kimmig, neumólogo de la University of Chicago Medicine de Estados Unidos. La neumonía fúngica requiere una estrategia de tratamiento distinta y con frecuencia estos casos pueden ser más graves, debido tanto a las complicaciones de la neumonía como a otras afecciones subyacentes del paciente.

El cuarto tipo es la neumonía intrahospitalaria, este tipo de pulmonía es considerado una categoría aparte porque el entorno hospitalario suele exponer a los pacientes a un conjunto distinto de bacterias, en las que se incluyen las cepas que tienen más probabilidades de ser resistentes a los antibióticos. Kimmig explicó que un caso de neumonía adquirida en un hospital puede influir en el tratamiento médico de la enfermedad. Y se corre el riesgo de contraer otras bacterias que no siempre afectan a los pacientes ambulatorios, eso afecta a la elección del antibiótico.

Esta infección puede llegar a ser muy grave

El riesgo de la pulmonía es que, si no es tratada, puede provocar complicaciones graves, y puede extenderse a otras partes del organismo.

Jason Turowski, neumólogo de la Clínica Cleveland en Estados Unidos, dijo que si existe una bacteria o un virus que infecta los pulmones, en realidad no hay manera de sacarlo. Y que esa infección puede crecer y crecer.

El principal riesgo de esta enfermedad es que puede dañar los pulmones, afectando a la capacidad de un individuo para recibir el oxígeno que necesita. Este daño suele producirse debido a que la inflamación puede provocar una acumulación de células inflamatorias en los pequeñísimos sacos del pulmón que impide que llegue el oxígeno y se libere el dióxido de carbono. Turowski éxplicó que se produce una lesión que no le permite a la persona obtener el oxígeno vital que necesita ni liberar el dióxido de carbono que produce su cuerpo.

Mientras que el riesgo secundario consiste en que la infección puede extenderse a otras partes del cuerpo, como el espacio entre el pulmón y la pared torácica, o al torrente sanguíneo. Cuando esta infección comienza a extenderse a otras partes del organismo, puede convertirse en una afección llamada sepsis, que es una respuesta sistémica descontrolada a una infección. La sepsis puede convertirse muy rápido en una enfermedad potencialmente letal.

¿Quiénes corren más riesgo de enfermarse gravemente de neumonía?

Las personas con mayor riesgo de desarrollar complicaciones graves por neumonía son los adultos mayores de 65, los niños menores de cinco años, y las pacientes con enfermedades preexistentes, como neumopatías y cardiopatías, o con un sistema inmunitario debilitado debido al trasplante de órganos o a la quimioterapia.

Otros factores de riesgo son fumar, beber mucho o tener diabetes no controlada.

Wu señaló que la mayoría de las formas de neumonía terminan siendo leves y autolimitadas. Y que si es lo bastante grave como para ser hospitalizado, es porque están pasando otras cosas.

Señales de alerta

Para las personas que han sido diagnosticadas con neumonía, y se están recuperando en casa, algunas de las principales señales de advertencia de que pueden necesitar buscar atención médica extra incluyen un empeoramiento de su condición, hasta después del tratamiento, ya sea dolor en el pecho o dificultad para respirar que no se resuelve, una fiebre que no desaparece o respiración rápida, lo que puede indicar una falla para obtener suficiente oxígeno.

Turowski aconsejó que es importante ponerse siempre en contacto con el médico cuando se perciba algo diferente. Y que cuando los médicos nos involucramos temprano, podemos guiar al paciente, y si recibimos una llamada de seguimiento, que la persona está empeorando, entonces podemos ayudar a preparar las cosas para esa persona en el hospital.

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